Rosa Torres-Pardo traslada la 'Iberia' de Albéniz a un hangar
La pianista ofrece un concierto insólito en Barajas para trabajadores de la compañía aérea
El sonido brillante, galimatías, rítmico y juguetón de la suite Iberia, de Isaac Albéniz, se fundió ayer con el aire ancho del hangar número 6 del aeropuerto de Barajas, donde la pianista Rosa Torres-Pardo ofreció un concierto sin precedentes ante los trabajadores de la compañía aérea española, con nombre idéntico a la obra musical. Fue dentro del ciclo Música en las fábricas, organizado por la Fundación Largo-Caballero, que la intérprete está realizando por toda España.
Acabó con la muñeca un tanto afectada. Lo de ayer no fue cosa de poner el piloto automático para una pieza que Torres-Pardo domina desde hace tiempo. "He tenido que dar fuerte a las teclas para que se oyera bien", aseguraba la pianista nada más terminar su actuación ante más de 200 trabajadores de Iberia en el hangar de Barajas. Y es que no es lo mismo llenar con notas la sala de un auditorio musical que el espacio vasto de un taller, donde todas las dimensiones se reducen a escala humana y se multiplican en otros términos, y que es uno de los más grandes de Europa, donde caben varios Boeing 747 en una superficie equivalente a dos campos de fútbol.
Pero los Airbus 319 y 320 presentes en el hangar ayer, convalecientes y pendientes de revisión, son testigos de que la pianista madrileña tocó con raza los dos primeros cuadernos de la suite Iberia, una de las cumbres del piano mundial -de la que se está cumpliendo, entre 2005 y 2008, el centenario de su creación- que el propio Albéniz encontraba casi imposible de abordar y que por poco acaba destruyendo por las dificultades que acarreaba su transformación de partitura a hecho musical.
Al sonido, complicado de extraer, devoto de las ideas más experimentales de su época en la que impactaba el impresionismo de Debussy, lleno de trampas y callejones a los que hay que encontrar salidas dignas, le costaba ayer saltar algunos obstáculos. Unos insalvables, como los circuitos de calefacción y las alarmas que se disparaban en el lugar de trabajo, y otras, todo lo contrario, como los móviles de algún despistado. "Los ruidos rompen un poco la atmósfera, pero acaban integrándose", aseguraba la pianista tras el recital. Con esa filosofía, Torres-Pardo consiguió silencio y concentración entre los asistentes, gracias a su ejecución muy concentrada y contundente de las piezas elegidas.
No acudió tanto público como en los conciertos anteriores, ofrecidos en el metro de Madrid; en Aceralia, Avilés, o en Renfe, en Valencia. Quizá tuvo que ver la huelga convocada por sindicatos del sector, que las dos centrales mayoritarias no secundaron y que no impidió por tanto que el secretario general de UGT, Cándido Méndez, disfrutara del recital entre el público y junto al actual presidente de la compañía, Fernando Conde, y a su consejero delegado, Ángel Mullor.
A Méndez le cautivó la experiencia. "No voy a muchos conciertos, pero me ha gustado mucho, porque esta pianista contagia y comunica muy bien la música que hace", aseguraba el líder sindical. Méndez, como Torres-Pardo, confía en que esta vivencia, que se inspira en la que ya llevaron a cabo en Italia en los años sesenta músicos como el director de orquesta Claudio Abbado o el pianista Maurizio Pollini, rompa el hielo y la distancia que separa muchas veces el mundo del trabajo de los ámbitos de la cultura y que conviene reforzar. "Espero que quienes no hayan ido nunca a un concierto se animen a partir de ahora", aseguraba Torres-Pardo.
Del hangar de Iberia, la pianista pasará a los parques eólicos que hay en León, donde se celebrará el próximo encuentro de un ciclo que cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y cuyos responsables piensan acercar todavía a muchos más escenarios como el de ayer.
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