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Ayuda animal

Juan Arias

La cronista Cora Rónai emocionó ayer a los lectores de O Globo al descubrir una historia de honda sensibilidad en uno de los barrios más olvidados de la periferia de Rio, el de Santa Cruz. La veterinaria Rosana Montero, junto con su marido George, organizaron en su humilde casita una escuela para 12 jóvenes y adultos analfabetos con problemas de aprendizaje que no encajaban en otras escuelas. Y lo original es que Rosana usa como auxiliares en su escuela a dos perros, dos gatos y una gallina. No ha estudiado psicología, pero ha intuido enseguida que sus alumnos "especiales" se iban a sentir más a sus anchas, con esos curiosos profesores. Y así ha sido. El primer fruto concreto ha sido el de Sebastião, uno de los alumnos, eterno desempleado, porque nadie quería dar trabajo a un analfabeto. Hoy, tiene empleo y cartilla laboral. "Me dicen que estoy loca", confiesa Rosana, pero ella está convencida de que pocos habrán recibido un regalo de Navidad tan bonito.

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