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La llamada de Iker Martínez

Tras llegar a Ciudad del Cabo, dejo el Ericsson y el equipo de tierra trabajando a contrarreloj para tener el barco preparado para la segunda etapa de la Volvo Ocean Race [el 2 de enero, Ciudad del Cabo-Melbourne]. Durante 11 horas, permanezco sentado en el inconfortable asiento de un avión que me lleva a Londres y luego a casa, mientras las simpáticas azafatas de Bristish me golpean los codos cada vez que pasan el ancho carrito por el estrecho pasillo del Boeing 747. En la conexión de Londres a España, enciendo el teléfono y recibo una llamada de un tripulante, o eso creía yo, del barco español Movistar. Es Iker Martínez, medalla de oro en los JJ OO de Atenas... quien, en un tono lánguido, me dice: "Guillermo, te tengo que pedir un favor"... "Dime Iker, qué puedo hacer por ti"... "Quiero navegar esta Vuelta al Mundo, no puedo seguir en casa viéndolo por los medios, me lo he currado en los entrenos, he hecho el paripé ante los medios y el sponsor, y ahora un guiri (tripulante extranjero) se ha cruzado conmigo y dice que 'o él, o yo". Intento aclararme. Tengo un poco de empanada mental: tres semanas metido en el barco, aparezco en Suráfrica y me meto en un avión que me devuelve a Europa con 30 grados de diferencia de temperatura. Le hago un par de preguntas y saco en claro que el Movistar, con sólo dos tripulantes españoles a bordo, ha prescindido de un medalla de oro español y que su director [Pedro Campos] no tiene control de la situación y no está en condiciones de ayudarle. Sólo se me ocurre decirle: "Iker, bienvenido al club de los ignorados. Algunos, como Roberto Bermúdez y yo, tenemos más suerte. Otros, como tú, buenos, reconocidos y experimentados regatistas, lo sufren en silencio". Le digo que le buscaré un barco, lo intentaré en mi equipo. Pienso cuando tenía su edad y tuve suerte: fue en 1989, a bordo de un barco sponsorizado por Tabacalera, esa oportunidad que todos buscamos en nuestro trabajo, en nuestra pasión, en nuestro deporte. Ahora, un barco patrocinado por otra empresa emblemática de nuestro país, no tiene o no encuentra sitio para nuestro oro en Atenas: paradójico y frustrante, triste y real. Le han utilizado para gancho mediático y luego ... búscate la vida. Tranquilo Iker, si yo sin medalla lo conseguí, tú, con tu talento, debes tenerlo mas fácil.

La Volvo es, junto a la Copa del América, una competición en la que todo chaval y no tan chaval sueña participar. Sólo una medalla olímpica es para muchos algo superior. Muy pocos participan en las tres reinas y ninguno ha ganado las tres. Iker ya ha ganado la mas difícil, pero se le niega poder ganar la Volvo en un barco de su país y con el sponsor de la clase 49 que le llevó a la gloria del Olimpo. Como decía el diseñador de los ABN AMRO, Juan Kouyoumdjian: "Hay algo raro en el Movistar". Tiene todo para estar delante: un gran patrocinador, experiencia y medios, pero algo falla en el barco español de bandera y extranjero de tripulación. Yo, de momento, me preocupo de mi equipo, de la regata costera del día 26 y de acabar de una pieza la próxima etapa.

Guillermo Altadill es jefe de guardia y timonel del Ericsson.

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