Música de Nueva York
Extraño concierto sorpresa éste, anunciado en medios de comunicación y con sólo unas pocas entradas a la venta, que motivaron que gente durmiera en la calle a las puertas de la tienda de discos que las vendía. La expectación por ver de nuevo a The Strokes en Madrid era tremenda, ya que estos neoyorquinos prácticamente compiten este año que comienza con Franz Ferdinand por convertirse en la banda del momento. Así que la pequeña y céntrica sala madrileña se vio copada por una muchedumbre de seguidores encantados de ver a sus héroes musicales a un palmo de distancia.
Casablancas y los suyos presentaban su tercer y nuevo disco, First impressions of heart, álbum destinado a remontar su carrera después del fiasco creativo y de repercusión que tuvo su segundo elepé Room on fire. El quinteto ha optado pues por regresar a los orígenes, aunque no sea más que para tener el detalle de mostrar cómo suena la banda de verdad y no en su papel de telonera de The Rolling Stones.
The Strokes
Julian Casablancas ( voz), Albert Hammond y Nick Valensi (guitaras), Nikolai Fraiture (bajo) y Fab Moretti (batertía). Sala El Sol. Madrid, sábado 17 de diciembre.
The Strokes atacaron con Heart in a cage, Hawai e Evenig Sun, tres temas que dejaron en evidencia su estilo cercano a sus paisanos, los Television de Tom Verlaine. Tras la primera andanada, el público se apuntó a cantar en The end has no end, antes de que el grupo se lanzara por la pendiente del rock con más caña, que marcó temas como Barely legal y Juicy box, primer sencillo de su nuevo disco.
Alguien escribió una vez que el rock de la ciudad de Nueva York -Velvet Underground, The New York Dolls, The Heatbreakers, Johnny Hell & The Voioids, Television...- transmite una sensación similar a conectarle unos electrodos en los bigotes a una rata de ciudad. Esto también parece aplicable al pulso nervioso de The Strokes tocando: sus sencillas líneas de bajo, su batería haciendo ritmos al estilo New Order, lo esquizofrénico del sonido de las dos guitarras, la ausencia de virtuosismo ortodoxo, sus desarrollos instrumentales, sus finales abruptos y la manera de cantar, nasal y desganada, de Julian Casablancas ataviado con levita militar, fueron las señas de identidad de un grupo que alcanzó sus mejores momentos en directo interpretando Last nite y Someday, sus dos mayores éxitos, y ambas canciones con ritmo Tamla-Motown, por cierto. Al final, la banda se sentía tan cómoda que ofreció un largo bis de cuatro canciones. En total, una hora y veinte minutos tocando. Mucho mejor que en su primera visita a la capital, cuanto tocaron sólo 50 minutos.
Babelia
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