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Columna
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Alternar

Alternar es la acción que realizan aquellas, o aquellos, que entablan frívolas conversaciones o inician una cháchara trivial en bares o en locales de ocio con los clientes para animarlos al consumo. Esa sería una de las definiciones decorosas de "alternar". No cabe duda, sin embargo, sobre el hecho de que el vecindario relaciona el término con los pecados o placeres de la carne, y no precisamente en el lecho doméstico. Pero alternar es también distribuir algo entre personas que se turnan, o desempeñar un cargo por turnos. Y esto último es lo que pactaron Salvador Górriz y Vicente Martínez Lucas en la dinámica población de Nules por donde La Plana Baixa. Los vecinos del municipio no les dieron con su voto la mayoría absoluta a ningún grupo político, y el Ayuntamiento necesitaba un equipo de gobierno. Górriz encabezaba la lista del PSPV-PSOE, y Lucas se había colocado a la cabeza de la IPN, una agrupación electoral que giraba en torno a su persona. Martínez Lucas había sido alcalde del PP, y fue un disidente en el PP, poco obediente al jefe en la marca territorial de Carlos Fabra. La agrupación de derechas de Lucas y el PSPV de Górriz llegaron a un pacto de gobierno, mediante el cual Górriz detentaría la alcaldía hasta ahora, y Lucas desde ahora hasta las próximas elecciones. Ni qué decir tiene que algunos militantes socialistas o socialdemócratas vieron el pacto como una acción contra las leyes referentes a las convicciones ideológicas, sin que el acuerdo de gobierno o desaguisado contra natura alcanzase el grado de sodomía política. Y aquí paz y allá discordia hasta ahora, cuando indica Lucas que, según el pacto, debe colocarse el collarín de munícipe principal del pueblo, y Salvador Górriz se muestra renuente y remiso a cedérselo. Voces autorizadas de su propio partido, el PSPV, le han recordado a Górriz aquello tan latino de pacta servanda sunt y otras lindezas de la vieja ética pública, que cuando no se asume convierte en títeres a los gobernantes. Independientemente de lo acertado o desacertado del pacto en su día, en Nules no hay alternativa: se ha de alternar, por tal de no convertir un acuerdo en cháchara frívola de un bar de copas.

En Nules, dado lo retorcido de la política local, la alternancia se hace tan obligada como necesaria, y el afiliado al PSPV Górriz ha de dejar la alcaldía. Aunque en el resto del País Valenciano más que alternancias necesitamos alternativas, las urnas de por medio, a una situación política con un partido de derechas, de centro derecha o de la derecha que sea en el poder, que puede enseñorearse en el mismo por los siglos de los siglos, por falta, precisamente, de esas alternativas. El poder prolongado, como el poder absoluto, se enquista y se corrompe, y para evitarlo se ideó en algunos países aquello tan práctico de la limitación de mandatos, limitación desconocida por estos pagos. Sin alternativas, y los sondeos de opinión y la calle lo confirman, poco pueden mover quienes se presentan a la opinión pública valenciana como recambio. En Nules se tiene claro quién es Górriz y quién es Lucas; el resto de los valencianos desconocemos qué política urbanística clara, transparente, sostenible y respetuosa seguirá Pla, que la distinga de la política urbanística del partido que lidera Camps. Si nos atenemos a cuanto realizan los cartagineses progresistas o los romanos conservadores en el ámbito local, donde tanto poder de decisión tienen sobre ladrillo... ¿dónde está la alternativa al cemento actual? Pero estos tiempos son malos para las alternativas y buenos para el cemento en Cabanes o en Torrevieja, en Alboraia o en Betxí.

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