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J. M. Fonalleras confronta palabra y argumento en los cuentos de 'Sis homes'

Lo primero fueron la estructura dialogada y las acotaciones del narrador. Después, la idea de volver a empezar tras haber estado muy cerca de un abismo. Tras recopilar su narrativa breve en el volumen Llarga vista hace dos años, Josep Maria Fonalleras (Girona, 1959) publica ahora Sis homes (Empúries), que incluye cinco narraciones ligadas por una estructura y un hilo argumental comunes. Los cuentos están protagonizados por cinco hombres y un narrador, el sexto hombre del título del libro, un escritor cuyos análisis sobre las situaciones extremas que le cuentan los otros introducen el otro eje del libro: una reflexión sobre el hecho de escribir y la literatura.

"La superficie de los cuentos es absolutamente plana", comenta Fonalleras. Son las historias de cinco hombres que o bien han estado muy cerca de la muerte, o han escogido pasar un periodo de ayuno y aislamiento voluntario, o han sentido una envidia enfermiza hacia otra persona -un cuento éste que se puede leer en clave por poco que se conozca la vida literaria de Girona-, o han tenido que pasar un periodo en un asilo contemplando la degradación física de los demás, o, finalmente, han muerto. "Los cinco han llegado a un límite y han regresado para contarlo", los cuatro primeros de viva voz y el quinto a través de escritos.

Todo esto deriva, prosigue Fonalleras, hacia el terreno de la reflexión literaria gracias a la figura del narrador: "Por debajo de la superficie hay una confrontación entre palabra y argumento". Argumentos, los que le cuentan o lee; palabras, las que el narrador reivindica como materia prima literaria más allá de la acción: "El narrador pide a estos hombres que no le embrutezcan con argumentos. Les dice que lo que él sabe hacer, lo que él entiende por literatura parte de cierta divinización de las palabras. Les dice que con una frase que no sea defectuosa ya tiene bastante. Piensa que la literatura es algo que va más allá del argumento, algo más cercano a la poesía", explica.

Es constante la comparación del cuento con un bodegón, como si se pudiera leer igual que se contempla un cuadro. Y también lo es la pregunta sobre el hecho de tomar apuntes del natural de vivencias ajenas y aprovecharlas en beneficio propio. "En alguna ocasión, el narrador tiene prevenciones de tipo ético; por ejemplo, cuando aparece la posibilidad de provocar una historia para poder contarla. Son prevenciones contra el todo vale que yo comparto, pero no me he propuesto dar soluciones, sino plantear preguntas".

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