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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La rebelión del corazón

Los versos de Luisa Castro (Foz, Lugo, 1966) dan la vuelta a todo un concepto poético de la vida y del amor alejado de herencias suntuosas y amables. De ahí la presencia de un "yo" poético que deja de ser objeto y se hace dueño de sí mismo creando su propia tradición. Después de siete años de silencio, y fruto del diálogo íntimo que da razón a su escritura, nace Amor mi señor, un libro uniforme en el tema, el amor, y heterogéneo en la forma, con poemas en gallego y en castellano. Quien da voz a estos poemas es una mujer, una "desertora" que abandona "las filas del amor", y sin embargo habla en masculino, como "soldado de amor". Más que una inversión o reinvención de la tradición cortesana de la lírica provenzal y popular, que lo es, este libro lleva a cabo la puesta en escena de su negativo: ella es la sierva de su señor, y el poema la otra cara del idealismo amoroso, de una ficción sentimental enfrentada a su carnalidad, a la voluntad de la razón y del destino, a su presente: "Amor que todo lo pides / y nada das que no sea / a cuenta de usura, alegre / fuente que todo lo secas".

AMOR MI SEÑOR

Luisa Castro

Tusquets. Barcelona, 2005

140 páginas. 12 euros

El tema estructura sensiblemente la obra, al tiempo que engarza los sucesivos momentos de un poema que conjuga la métrica tradicional y popular (la poesía galaico-portuguesa, la lírica provenzal y el amor cortés, el cancionero y el romancero) con el verso libre, dando así cuenta de sentimientos contradictorios, de la tensión material de un amor que, lejos de la abstracción, viene determinado por el dolor y el desencanto: "Allí quedan destrozadas / banderas / de la derrota". El espacio de desigualdad y de renuncia de un amor vencido. Una experiencia vital y descarnada, convulsa y perturbadora, excedida y exacta en sus razones y pasiones que no se agota en lo dicho, sino que suyo es el decir, la forma en que es dicho. El protagonista es el objeto mismo del amor, desde la evidencia del desamor, la humillación y el desengaño, para llegar desde la huida a la aceptación del destino, de un Tiempo que es consuelo y "amante más que ninguno".

Es la historia de una catarsis, de una transformación, un camino de purgación: "Ellos, los transformados, / nunca volverán al lugar original, / a aquel momento en que amor / les señaló". Quizás porque el amor no tiene incógnitas, sólo queda decir aquello que se ha cumplido, y más allá de su oscura y cumplida pasión, de su sueño truncado, queda la materia poética, aceptar las riendas del tiempo en sus manos: "Sus cenizas / orientan hoy mis pasos / y salto sobre ellas sin miedo". Es ese sufrimiento que rechaza el sentido común y que permite expresar un instinto oculto y peligroso: si alguien lucha sabiendo que finalmente será derrotado, lo que busca secretamente es una aniquilación que está demasiado cerca de la seducción de la muerte: "Conforme te bebo, Tiempo, / voy comprendiéndote". Ésa es la salvación de un corazón rebelado.

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