Seis seleccionables en cada equipo
La FIFA quiere que los clubes recobren su identidad nacional limitando a cinco los jugadores extranjeros
Hace diez años y un día, Jean-Marc Bosman, un futbolista belga, celebraba que el Tribunal de Luxemburgo le diese la razón en su lucha contra los reglamentos proteccionistas de la UEFA y la FIFA, los organismos rectores del fútbol europeo y mundial. Las barreras contra el libre movimiento de los futbolistas comunitarios habían caído. Los jugadores nacidos en Europa ya no ocuparían plaza de extranjero. Las consecuencias del cambio fueron tan grandes que ayer, diez años después, se seguían discutiendo en todo el mundo. Hasta en Japón. "La Ley abrió las puertas a la actitud de los ganadores se llevan todo en el mercado de jugadores, lo que ha llevado a un gran desequilibrio y a que se eleven las distancias entre los clubes ricos y los pobres", explicó Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, en Tokio, donde se disputa el Mundial de clubes. "La solución es fijar un mínimo de jugadores seleccionables", continuó. "La idea de la FIFA es tener en cada encuentro de fútbol al menos a un total de seis jugadores elegibles para la selección nacional del país en el que juegan en cada equipo. Éste es el sistema de 6 más 5", indicó.
La FIFA y la UEFA, las grandes derrotadas en el caso Bosman, ya inapelable, llevan años buscando fórmulas para sortear la aplicación de la sentencia y recuperar "la identidad nacional" de los equipos. La última: conseguir que sólo un máximo de cinco jugadores extranjeros -europeos o extracomunitarios, pero siempre no seleccionables por el equipo nacional del país en el que se dispute la Liga- puedan jugar al mismo tiempo en cada equipo. El resto de plazas, seis, serían reservadas para jugadores seleccionables -aquellos nacidos en el país o con doble nacionalidad y la posibilidad de jugar con la selección-. El problema: los cupos de nacionalidad, en la Unión Europea, son ilegales porque atentan contra la libre circulación de los ciudadanos y los trabajadores. Por eso, desde que perdieron el juicio contra Bosman, tanto la UEFA como la FIFA intentan que, legalmente, el fútbol no sea considerado como una industria, sino como un arte. "En tanto que los futbolistas sean considerados empleados y no artistas", admitió Blatter en Japón, "los equipos europeos pueden tener a cuantos extranjeros quieran".
Mientras Blatter busca soluciones, Thomas Kurth, director general del G-14, la asociación que agrupa a los 18 clubes más poderosos -enfrentada en los tribunales a la FIFA-, dijo ayer estár "harto de los ataques y las lecciones de moral" de la FIFA cuando son los clubes "los que consagran una media de cinco millones de euros anuales a la formación de jugadores". "Parece que la FIFA nos considere una vaca lechera", apostilló.
A Blatter le preocupa que los aficionados ya no se identifiquen con sus equipos. Que se debilite la unión entre los equipos y sus ciudades. Que los clubes de fútbol lleguen a parecerse a las franquicias deportivas estadounidenses, que hoy están en una ciudad y mañana en otra. Para evitarlo, Blatter y la FIFA cuentan con el apoyo de la UEFA, que en su congreso de Tallin (Estonia), impuso la obligatoriedad para todos los clubes de inscribir en la campaña 2006-2007 en su lista oficial de 25 futbolistas a dos jugadores de su cantera y a otros dos adscritos a su federación nacional. Este número se irá incrementando hasta que en la temporada 2008-2009 sean cuatro canteranos y otros cuatro federados en el país en el que está inscrito el club.
"Los equipos tienen que asumir una responsabilidad en el desarrollo deportivo de su comunidad y no limitarse, simplemente, a adquirir jugadores", explicó entonces el vicepresidente de la UEFA, Ravn Omdal.
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