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Reportaje:FÚTBOL | 15ª jornada de Liga

El penitente provisional

López Caro debuta en la Primera División, al frente del Madrid y contra el Málaga, consciente de que necesitará "mucha suerte"

Diego Torres

Una tarde caliente de un día de junio, en un campo quemado por el sol, a 40 grados, daba vueltas al trote Juan Ramón López Caro. Solo, cabeza gacha, bañado en sudor y ensimismado en el sacrificio. El técnico del Castlla repetía su ritual diario. Los jugadores se habían marchado y la mayoría de los empleados del Madrid habían abandonado las instalaciones. Pero él, rezagado, rumiaba las cosas que agitan la mente de los penitentes. Seguramente no imaginaba que seis meses más tarde se hallaría en otro trance, ligeramente menos sudoroso pero mucho más perturbador que ascender a Segunda A. Como aseguró el vicepresidente deportivo, Emilio Butragueño, hace una semana, "de manera provisional", López Caro se ha hecho cargo del primer equipo del club más rico del mundo en el momento más crítico de los últimos años. Hoy debuta en la Primera División, contra el Málaga, en La Rosaleda. Y su marchamo de "provisional" da rienda suelta a la imaginación de dirigentes y jugadores, que sueñan con manejarle fácilmente.

Algunos, en el vestuario o en las oficinas, se han frotado las manos creyéndole vulnerable a la persuasión
La mayoría de los mensajes que ha recibido en los últimos días tratan sobre Ronaldo: "Una batalla perdida"

Antes de sentir la llamada de los banquillos, López Caro era funcionario del Ayuntamiento de Lebrija, pueblo del bajo Guadalquivir, cuna de músicos flamencos, conquistadores y gramáticos ilustres. Llegó al Madrid en 2001, procedente del Mallorca B y de la mano de Ramón Martínez. Hace más de un año, el propio Martínez se planteó destituirle porque el Castilla no lograba el ascenso. Pero, al final, la pasada primavera, sus métodos estajanovistas surtieron efecto. En la cuneta se quedaron los jugadores que no soportaron la monotonía de sus sesiones, las carreras inevitables, la exigencia por la exigencia. No reparó en el talento para impartir sus castigos. No toleró a los interiores que subían, pero no bajaban. No soportó a los delanteros que no defendían en los córneres como les mandaba incluso contra el último de la tabla y jugando en casa. No aguantó que sus hombres bromeasen en las prácticas. Encajó mal la frivolidad. Para sus futbolistas, jugar en la banda se tornó una maldición. El que pensó que el fútbol es un camino hacia el placer cayó en la cuenta de que o aquello no era fútbol o había escogido el camino equivocado. Algunas de las perlas de la cantera, como Diego León, se convirtieron en firmes detractores.

López Caro confiesa y espera que su camino le lleve a Dios. El técnico, de 42 años, dice ser un creyente profundo. Próximo al grupo católico del Camino Neocatecumenal, un proceso evangelizador de adultos centrado en el bautismo, dedica un día a la semana a visitar a los ancianos de un asilo para brindarles compañía.

En la distancia corta, el nuevo responsable del banquillo blanco da una imagen de bondad monacal. Quizás esta impresión haya disparado las especulaciones en los distintos grupos de poder del club. Los jugadores españoles, en el vestuario, y los directivos, en las oficinas, se han frotado las manos ante la perspectiva de contar con un entrenador vulnerable a la persuasión. Todos tienen planes para influir en López Caro. La mayoría de los mensajes que ha recibido en los últimos días tratan sobre Ronaldo. Desde el club le han dejado caer que el brasileño es "una batalla perdida". Que lo deje ir a su ritmo. Que el suyo es un caso especial. Que la regla de máxima intensidad en los entrenamientos bien puede tener una excepción ilustre.

López Caro sabe a lo que se enfrenta. Es de pueblo, pero no tiene un pelo de simple. Esta semana ha habido noches que se las ha pasado en vela. Lo alienta una visión iluminadora. "Voy a necesitar mucha suerte", dice.

Juan Ramón López Caro da instrucciones a sus jugadores antes de viajar a Málaga.
Juan Ramón López Caro da instrucciones a sus jugadores antes de viajar a Málaga.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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