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Columna
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Mañana

NACIDO EL 4 de enero de 1747, en la localidad borgoñona de Chalon-sur-Saône, y muerto en París el 21 de abril de 1825, a la edad de 78 años, el escritor, artista, diplomático y erudito francés Vivant Denon fue casi un riguroso coetáneo de Goya y de David, con quienes compartió no sólo la misma época, sino su ardorosa pasión por implicarse en los procelosos acontecimientos. La diferencia de Denon con estos últimos, que no en balde murieron en el exilio, fue una mayor capacidad de acomodación a las circunstancias fluctuantes, pero no por un simple talante oportunista, sino por su naturaleza y concepción escépticas, fraguadas en el materialismo libertino de inspiración ilustrada. Acerca de su vigor y entusiasmo hablan el que se embarcase, con más de cincuenta años, en la famosa expedición bonapartista a Egipto, donde dio pruebas temerarias de valor, mientras se convertía en uno de los heraldos del descubrimiento arqueológico de los tesoros del Nilo. En cualquier caso, dentro de su prolífica y romancesca existencia, quizá hoy nos impresione más el hecho de haber sido director del Museo del Louvre, desde que éste, en plena Revolución, se llamaba "Central" hasta que luego, al hilo de los tiempos, cambió su nombre por "Napoleón" y, finalmente, "Real".

Ante la afirmación de lady Morgan, ilustre dama inglesa que lo visitaba en su casa parisiense ya cuando Denon era de edad provecta, de que debía haber estudiado mucho en su juventud, éste replicó: "Todo lo contrario, miladi, no estudié nada, porque eso me habría aburrido. Pero observé mucho, porque eso me divertía. De modo que mi vida ha sido plena y he disfrutado mucho". En realidad, Denon disfrutó tanto hasta el final que, a pesar de la alta edad que ya tenía cuando le alcanzó la muerte, quienes redactaron su otra necrológica destacaron su todavía aspecto lozano y la sorpresa que suscitó su súbito fallecimiento. Disfrutó con todo y con todos, siendo él mismo una fuente de gozo para los demás, que buscaron su sabia, ingeniosa y amena compañía. Para esa constante celebración de la vida, a Denon le daba igual el medio, la escritura, el dibujo, el coleccionismo, la intriga diplomática o erótica, la aventura o el conocimiento. No obstante, como buen epicúreo, no parecía demasiado preocupado por la salvaguarda de su nombre para la inmortalidad, ya que no escribió mucho y, aún menos, tuvo empeño excesivo en defender la autoría de lo que hizo.

Entre su obra literaria, se encuentra una joya del género erótico, una novela corta titulada Sin mañana (Atalanta), cuya traducción castellana acaba de publicarse en una edición, que contiene además el texto memorial Viaje al Bajo y Alto Egipto durante la campaña del general Bonaparte y dos reseñas sobre su vida, obra y personalidad, escritas por Anatole France y François Bory. Paradójicamente, la novelita corta antes citada, escrita en 1775 y publicada dos años después, la que reivindicó su fama póstuma, apareció con un nombre falso. No parecía inquietarle eso a Denon, quizá porque, para él, la sabiduría no era mera erudición académica, ni la vida un torneo para labrarse un siempre dudoso reconocimiento público. La posteridad no tenía futuro para el autor de Sin mañana.

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