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Chirac y Sarkozy celebran aniversarios

El presidente francés Jacques Chirac cumplió ayer 73 años, al tiempo que el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, el hombre que aspira a sucederle en el palacio del Elíseo, festejaba el primer aniversario como presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), la última reencarnación del proyecto político creado por el general Charles De Gaulle. Chirac llevaba varios años sin soplar las velas públicamente, incluso intentando que el acontecimiento pasara inadvertido, pero ayer ya no pudo ser. Incluso el día antes, en la cumbre de Barcelona, la única pregunta de las que respondió el presidente que realmente interesó a los franceses fue la que le hizo un periodista sobre su edad.

Con una cota de popularidad bajísima y una derrota en toda regla en el referéndum sobre la Constitución Europea, convertido en plebiscito sobre su persona, Chirac parece estar ya prácticamente descartado para las presidenciales de 2007, y más aún después del "pequeño accidente vascular" que le tuvo ingresado durante más de una semana en el hospital militar de Val-de-Grâce.

Sarkozy, por contra, de quien se dice que "quiere ser califa en lugar del califa", parafraseando un cómic muy popular en Francia, ha conseguido auparse al primer lugar en las listas de popularidad política en Francia, especialmente tras su actuación durante la crisis de las barriadas, y aparece cada vez más como el hombre a batir.

Proyecto rupturista

Pero si hace un año, en el centro de congresos de Le Bourget, cuando en una ceremonia espectacular, a la americana, fue entronizado como el gran líder del proyecto rupturista francés, alguien le hubiera relatado a Sarkozy el panorama político que ahora disfruta, no se lo hubiera creído. En diciembre de 2004 el candidato de la derecha era todavía, y de manera muy clara, el propio Chirac, que, por supuesto, esperaba ver cómo Sarkozy se quemaba fuera del Gobierno, la condición que le había puesto para poder hacerse con el control del partido.

Ni siquiera parece que el primer ministro, Dominique de Villepin, sea capaz de hacerle la competencia. Uno de los chascarrillos que repite la clase política francesa dice que el candidato de la izquierda en 2007 será, precisamente, Villepin. Y es que Sarkozy entra cada vez más a saco en el capazo de votos de la extrema derecha.

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Hace un año, en Le Bourget, cuando en una gran pantalla desfilaron uno tras otro una serie de personalidades felicitándole por su elección al frente de la UMP, el primero de todos no fue otro que el ex presidente del Gobierno español José María Aznar, su modelo de referencia. Sólo le falta que el electorado no le pase factura por sus problemas conyugales.

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