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A propósito de Pilar

Pilar, nuestra amiga, apareció asesinada hace más de nueve meses. Un hecho como este, en un valle más bien pequeño, donde todo el mundo se conoce, conmocionó la vida de todos los vecinos. Desde entonces, la angustia de haber perdido a la amiga y no saber quiénes o por qué la habían asesinado nos afecta a todos y a todas. Durante todo este tiempo hemos tenido paciencia, hemos deseado y esperado que las autoridades pertinentes hiciesen su trabajo y que, finalmente, se detuviese al responsable. Pero los hechos acaecidos en los últimos meses nos han llevado a escribir estas letras para que sirvan de reflexión. Hace ahora dos meses un nuevo golpe sobresaltó a la población: un vecino de La Valldigna era acusado y encarcelado por el asesinato. Desde entonces, el ambiente en el valle se ha enrarecido, han empezado los rumores que no respetan nada ni a nadie. Desde el principio, el compañero de Pilar ha mostrado una actitud prudente y juiciosa en las palabras, tanto ante el asesinato como en el posterior encarcelamiento de quien hasta entonces había sido su amigo. De hecho, siempre ha pedido respeto hacia el presunto asesino, y sobre todo hacia su familia. Además, hasta el momento y a pesar de los numerosos rumores y espectáculos televisivos, no se ha lanzado al triste circo de los mass media y sus reality shows. Quizás, hasta que no vivimos de cerca una situación tan dolorosa como esta, no nos damos cuenta de cuán indignante es el tratamiento llevado a cabo por esos programas de televisión que viven del dolor de las personas. Manifestamos nuestra más enérgica repulsa hacia aquellas personas que hacen negocio del dolor de los demás. De estos hechos lamentables tan sólo les interesa el morbo, la sangre, la carnaza. Con el pretexto de la lucha por la audiencia, no existe ninguna ética, tan sólo se mira el negocio y las cadenas compiten entre sí para ver cuál muestra las imágenes más crueles y las declaraciones más impactantes. Se hace necesaria, pues, una reflexión sobre los miles de personas que disfrutan del morbo, que nos muestra una sociedad enfermiza que disfruta con los espectáculos que les ofrecen como si todo fuese ficción, como si detrás de estos tristes hechos no hubiese personas con nombres y apellidos, con familiares y amigos que las quieren. Esta parte de la sociedad es la misma que disfruta cotilleando la vida de los demás y propagando rumores. ¡Qué vidas tan patéticas! Necesitan de la vida de los demás para dar sentido a la suya. Por otra parte, y evidentemente estamos ante un nuevo caso de violencia contra las mujeres, una cuestión tan grave como esta se frivoliza y se trivializa en los canales de televisión y las páginas de sucesos de determinados periódicos. ¿Por qué no se discuten a fondo las causas de la violencia para con las mujeres? Nosotros no sabemos quién asesinó a Pilar, pero queremos saberlo y que se haga justicia. Entendemos que los acusados tengan que defenderse, comprendemos que cualquier persona tiene derecho a no ser considerada culpable antes del juicio, asumimos la presunción de inocencia. Esto, sin embargo, no se puede hacer a cualquier precio, y menos aún ensuciando el nombre de la víctima, Pilar, e hiriendo los sentimientos de su compañero, de su hijo y de las personas que los queremos. Es por todo esto por lo que pedimos reflexión y decimos basta al espectáculo que algunas personas están ofreciendo. Ni Pilar ni nadie se merece eso.

Josep Villarroya i Navarro. Valencia. L'Horta.

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