El rectángulo de la fotografía

En un texto clave para comprender su obra (The drama of objects, 1945) Aaron Siskind (Nueva York, 1903-Providence, 1991) explicaba que hizo su trabajo en clave literaria/fotográfica. Ciertamente, el juego de las palabras constituyó su pasión vital: el traslado de la narración a las imágenes. A raíz de ello hizo una apuesta por la construcción de lo aparente, lo cual le permitía que surgieran gradualmente nuevas relaciones y composiciones entre lo que pensaba y lo que veía (en definitiva, lo que retrataba). Teorizó habitualmente sobre el aislamiento de las señas de identidad del ser humano, pero luego cruzó la frontera y retrató las paredes del mundo: las arquitectónicas y las pintadas hechas sobre ellas, realizadas por cualquier ciudadano espontáneamente. Más tarde las congelaba en ese espejo con memoria propia que es la cámara.

Esta exposición de Siskind

es una muestra pensada y diseñada para aprender. Es un material que tiene poco que ver con su exploración de la marginalidad y las políticas comprometidas de la cultura americana (fundamentalmente en el periodo comprendido entre los años 1936 y 1940). Era cuando formó parte del grupo Photo League -cuyos nombres clave fueron Sid Grossman y Sol Libson-, cuyo objeto radicó en el registro de la tipología y tendencias de las clases populares: retratos de trabajadores. Aquello fue lo que le aproximó a este oficio. Siskind se obligó a retratarlos, según él tenía y además creía que debía de fijarlos para la historia. En esta muestra aborda otro mundo muy distinto al del Harlem de aquellos años. Aparenta una evasión necesaria, casi psicológica, una huida de la realidad para buscar desconchones y rayas en las paredes.

Ciertamente, terminó aburrido de la New Bauhaus, se instaló posteriormente en el Chicago Institute of Design y más tarde en el Illinois Institute of Technology, instituciones míticas para la historia del medio. Reitero que participó de una generación de creadores con una forma de hacer singular. Todos ellos apostaron por dejar después el realismo y tirar hacia la investigación, lo que en cierta medida los convirtió en una tendencia que forma parte de lo que actualmente vemos.

Su formación en el Wild Clinton College, de Nueva York, (1915-1926) lo dejó marcado de por vida en aquel mítico universo literario que tanto cultivó, sobre todo cuando allí ejerció como profesor. Aquélla fue su auténtica vocación: la docencia, que ejerció entre 1926 y 1947, justo antes de ingresar en el grupo Film and Photo League.

De todo ello da fe esta magnífica selección, ahora expuesta en Granada, sólo que pendiente de un necesario libro/catálogo para distribuirlo en España.