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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un retablo de lujuria y santidad

Javier Rodríguez Marcos

En la exposición de Luis Vigil (Oviedo, 1963) que tuvo lugar en 1997 en la galería Antonio Machón había un pequeño apartado que reunía una serie de tablas de tema homoerótico. Era un complemento del grueso de la muestra: vidas de santos, escenas mitológicas, retratos de familia. Todo muy dentro de la tradición occidental si, antes de pasar por el óleo, esos temas no hubieran pasado también por la visión cáustica, quirúrgica y hasta psiquiátrica de uno de los pintores más brillantes de su generación. Aunque la proporción entre erotismo y ascetismo se ha invertido en esta nueva individual de Vigil, la mirada sigue siendo la misma. Como lo es el dominio técnico de un artista sin pares en el panorama español: una isla habitada por todos los monstruos del imaginario contemporáneo y cuyo lenguaje entronca con la complejidad, la sobrecarga y la dislocación del mejor manierismo italiano. Un manierista, en efecto, con un pie en la España negra y otro en la Viena de Freud, se ha dicho de él. Algo así. Bañistas, vanitas, anacoretas, burgueses y soldados conviven con escenas de sexo explícito o sugerido. De hecho, en una obra que cuestiona las ideas de lo normal y lo natural (pocos seres habrá menos inocentes que los niños que pinta Vigil), las imágenes son cualquier cosa menos evidentes.

LUIS VIGIL

Galería Depósito 14

San Agustín, 8. Madrid

Hasta el 10 de diciembre

Así, la mayor novedad de

esta muestra es, junto a la luminosidad de los cuadros, la vuelta de tuerca (hablando de niños) que suponen algunas obras desde el punto de vista de la composición. Los retablos y el baile de figuras que contienen (de lado, boca abajo) obliga a la visión sin sosiego de un mundo que tampoco lo conoce, un universo de pesadilla, ensoñación y sueños (por qué no, eróticos). Con todo, y aunque ante la fuerza de estas imágenes es fácil dejarse llevar por el asunto que tratan, en esta obra no importa tanto lo pintoresco como lo pictórico. Estos trabajos hablan de algo que sólo puede decirse mediante ese juego de colores, líneas, luces y sombras que llamamos, con espanto y con admiración, pintura.

Detalle de un políptico de Luis Vigil, en la galería Depósito 14.
Detalle de un políptico de Luis Vigil, en la galería Depósito 14.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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