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Crítica:CANCIÓN | J. Afonso
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sensualidad lusófona

Tiempo atrás había que empezar aclarando que João Afonso es el sobrino de José Zeca Afonso, el más grande cantante popular que conocieron nuestros vecinos ibéricos el siglo pasado. Pero a estas alturas el cálido lirismo de João ya le ha convertido en un personaje lo bastante reconocido y admirado sin necesidad de apelar a su ilustre genealogía. Madrid ha aprendido a abrazarlo y apreciarlo como un notable poeta de la canción tierna, mestiza y sensual, un hombre por el que bien merece la pena abarrotar la sala Galileo pese a la feroz competencia futbolística.

Afonso tiene sangre portuguesa por parte de padre y madre, pero nació en Mozambique y se impregna de ese espíritu criollo y luminoso que tanta vitalidad reporta a sus canciones. Le canta al mar y al amor con una dulzura melosa que nunca incurre en el empalago, y se arropa con una instrumentación muy agradecida, sobre todo gracias al contagioso repiqueteo del cavaquinho y las hábiles pinceladas de los saxos de Temeroso.

III Mostra Portuguesa

João Afonso (voz y guitarra), Francisco Abreu (guitarra eléctrica), John Luz (cavaquinho), Paulo Temeroso (saxos y clarinete bajo), João Lucas (teclados y acordeón), Felipe Rocha (bajo), Beto García (batería), Luis Pastor (voz invitada). Sala Galileo Galilei. Madrid, 19 de noviembre.

Invitó, cómo no, a su hermano musical a este otro lado de la Península, un Luis Pastor que le conoció cuando organizaba un homenaje a Zeca en Madrid y João era ese sobrino tímido e imberbe que aún no se había subido nunca a un escenario. Entre los dos urdieron varias piezas preciosas (Náufrago de las estrellas, Paz de Santiago) y apelaron al espíritu de Pablo Guerrero, otro poeta mayúsculo. Pastor apuntaló su compromiso hispano-portugués con el adelanto de varias piezas de su próximo álbum, En esta esquina del tiempo, sobre poemas de Saramago.

Estas interpretaciones, solo con guitarra y voz, ralentizaron algo el discurrir de la velada, pero el cancionero de Afonso tiene efectos revitalizantes. Las composiciones de su todavía último disco, Zanzibar, y, sobre todo, la irresistible Na machamba (que aquí también grabaron, con muy buen tino, Mestisay) desparramaron alegría y sensualidad lusófona por entre las mesas.

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