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Reportaje:COMUNICACIÓN

'Financial Times' pierde pie en la City

Financial Times, uno de los diarios más prestigiosos del mundo, parece atrapado entre su histórico vínculo con las islas británicas y su exitosa expansión internacional, que le ha convertido en uno de los pocos diarios globales del planeta. El éxito de sus ediciones europea y norteamericana y los primeros pasos de su edición asiática contrastan con el declive constante de las ventas en la cuna del periódico. La caída de ventas y los números rojos han acompañado la gestión de Andrew Gowers como director en los últimos cuatro años. Incapaz de resolver la esquizofrenia entre lo local y lo global, Gowers ha sido destituido y reemplazado por el dinámico Lionel Barber, hasta ahora responsable de la edición de Estados Unidos.

La competencia ha mejorado sus secciones de economía, a menudo utilizando a antiguos redactores del venerable periódico inglés
El ex director afirma que "trabajar con la imprenta es como poner en marcha una compañía de discos de vinilo a principios del siglo XXI"

El cese de Gowers, de 48 años, cayó como una bomba en la redacción. Los cuadros se enteraron a medida que iban llegando al diario en la mañana del jueves de la semana pasada. La tradición dice que en el FT los cambios de director se pactan y anuncian varios meses antes de hacerse efectivos. Pero Gowers fue destituido repentinamente "por discrepancias estratégicas", según una nota de Pearson, empresa editora del diario, y su sustituto se conoció apenas dos horas después. Los anteriores directores estuvieron cada uno de ellos 10 años al frente de la redacción. Sir Geoffrey Owen, director entre 1981 y 1990, se convirtió luego en director del programa de negocios de la London School of Economics. Richard Lambert (1991-2001) es miembro del comité de política monetaria del Banco de Inglaterra, encargado de fijar cada mes el nivel de los tipos de interés de la libra esterlina.

Pero, pasados los primeros momentos de sorpresa general e incluso de lágrimas entre los próximos de Gowers, la redacción parece haber recibido el cambio "como una liberación". Nunca fue un director demasiado querido, sobre todo por su tendencia al aislamiento, pero han sido sobre todo sus vaivenes acerca de la edición británica lo que le ha privado de la confianza de la gerencia y el apoyo de la redacción.

Por ejemplo, apostó por reactivar la edición británica creando una sección de deportes, introduciendo el color y creando una nueva edición de fin de semana. Pero apenas 15 meses después suprimió los deportes -que nunca tuvieron la amplitud y medios necesarios para competir con el resto de la prensa inglesa- y descabezó la edición del fin de semana. "Es como un capitán de barco que cambia el rumbo de manera inesperada y constante, desconcertando a la tripulación", ilustra un veterano redactor del diario.

La edición británica del FT, que antaño vendía casi 200.000 ejemplares, aporta ahora sólo un tercio de los 439.000 ejemplares de media diaria vendidos en septiembre pasado. La edición europea vende otro tercio, la americana 119.000 y la asiática 36.000 ejemplares. Financial Times vive atrapado en el dilema de seguir al semanario The Economist (50% propiedad del grupo), que en 2004 vendió un millón de ejemplares pero sólo 154.000 en el Reino Unido, o recuperar el terreno perdido en casa.

Cuádruple dificultad

Andrew Gowers ha tenido la mala suerte de que su etapa como director ha coincidido con una cuádruple dificultad. Ante todo, han sido años de crisis en el mercado de la publicidad, lo que ha provocado tres ejercicios consecutivos de pérdidas: el equivalente actual a 34,2 millones de euros en 2002, 47,6 millones en 2003 y 13,4 millones de euros en 2004, lo que ha exigido una austera política de recortes de gastos. La mejora de los ingresos publicitarios abre las perspectivas de un retorno a los beneficios en el corriente ejercicio.

Por otro lado, la crisis de la City de Londres, que ha reducido el número de operaciones económicas llamativas y, por ende, ha disminuido tanto la generación de noticias de impacto en el sector financiero como el apetito de la City por consumir diarios especializados en finanzas. En tercer lugar, la expansión de Internet y de las tecnologías de comunicación ha multiplicado las fuentes de información y ha acelerado su difusión, perjudicando a los diarios tradicionales. Por último, la competencia ha mejorado sus secciones de economía, a menudo utilizando a antiguos redactores del FT, con la ventaja comparativa de tener una oferta superior en política, actualidad nacional y deportes.

El director saliente cree que el futuro de la prensa está en la electrónica, no en el periódico tradicional. En un agrio artículo publicado en el vespertino The Evening Standard a los pocos días de ser despedido del Financial Times, Gowers afirmaba que "trabajar con la imprenta es como poner en marcha una compañía de discos de vinilo a principios del siglo XXI". "El futuro está en Internet y aquellos diarios que sobrevivan serán los que produzcan contenidos originales y aprendan con rapidez a adaptarse al mundo de la Red", dice. "He decidido que, sea lo que sea lo que haga en el futuro, no tendrá nada que ver con tinta impresa en árboles muertos", concluye, sarcástico.

Andrew Gowers (izquierda) repasa la edición alemana de <b><i> Financial Times </b></i>junto con un ejecutivo de la editorial G+J, que lo edita en Hamburgo.
Andrew Gowers (izquierda) repasa la edición alemana de Financial Times junto con un ejecutivo de la editorial G+J, que lo edita en Hamburgo.REUTERS

Desaliño y gusto por trabajar en mangas de camisa

LIONEL BARBER, 50 años y nuevo director de Financial Times, "es un periodista de raza", afirma un colega que le conoce bien. Bregado en la redacción en Londres, a mediados de los noventa fue jefe de la delegación en Bruselas -donde sus conocimientos del alemán le ayudaron a multiplicar las exclusivas y la influencia del diario en la capital comunitaria-, dirigió luego la edición europea desde Londres y en los últimos años la edición de Estados Unidos.

"Ha conseguido que Financial Times sea el primer diario inglés leído y respetado en la Casa Blanca, en el Departamento de Estado y en el Capitolio", glosa ese mismo colega. Todo el mundo sabe que George W. Bush le llamó para que le explicara lo que es Europa en vísperas de su primer viaje al continente, en 2001, y, a ojos de la consejera delegada de Pearson, Marjorie Scardino, su perfil internacional, su perfecto conocimiento tanto de lo que es Estados Unidos como de lo que es la Unión Europea y su carrera como reportero tenaz, detallista y competitivo, le convierten en el director ideal.

Famoso por su desaliño y su gusto por trabajar en mangas de camisa, nada más ser nombrado se presentó en la redacción para lanzar una arenga muy a la americana: "Aquí está el futuro, estoy con vosotros y voy a sudar la camiseta con vosotros. A mí sí me vais a ver en la cabina, junto a los periodistas. Y me vais a ver mucho", les dijo. "Como principio es muy positivo. En estos días la primera página ha vuelto al sentido común: una buena noticia política, una buena noticia de negocios y una buena noticia intermedia", opinó el veterano redactor.

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