Musicalidad de la persona
Probablemente, lo que afecta más profundamente al estatus del conocimiento hoy en día, desde hace un siglo, es la disolución del paradigma científico baconiano, dominante entre el XVII y el XX, que había asentado ingenuamente la alianza natural entre progreso científico y humano. Hoy, las ciencias avanzan más o menos en el vacío de sentido último, y el ser humano se pierde en una tarea social irreflexiva, en la que parece que todo afán consista en negar intersubjetivamente la falta de sentido y la muerte, diría Vilém Flusser. Quién habla de sabiduría hoy, basta engañarse con algo, mantener a la baja expectativas de sentido para no llegar a deprimirse por esperanzas frustradas, diría Sloterdijk. Añadiendo que, por lo demás, siempre queda a los interesados en ello el placer gratis de deconstruir, por no se sabe ya qué enésima vez, al causante de todo: al sujeto, al ser humano. O, por mencionar tras las tragedias la sátira, la broma pretenciosa de las ciencias-filosofías-mainstream de neopositivistas y neoanalíticos, y las pretensiones vanas de algunos científicos sociales o de científicos puros -tan puros como ingenuos- de saberlo todo mejor que nadie.
BREVIARIO DE FILOSOFÍA PRÁCTICA
Ignacio Gómez de Liaño
Siruela. Madrid, 2005
201 páginas. 12,90 euros
Todas ellas menosprecian los esforzados experimentos conceptuales y metáforas epistemológicas de la posmodernidad -en busca, precisamente, de nuevo sujeto y sentido-, entre los que puede enmarcarse, sin duda, a pesar de sus referencias antiquísimas, el ánimo reflexivo de Gómez de Liaño, hijo inevitable de su tiempo.
Este librito es un resumen de todo ese ánimo. Su primera parte, del más creativo y personal, plasmado sobre todo en dos de sus últimos libros, Iluminaciones filosóficas (Siruela, 2001) y Sobre el fundamento (Siruela, 2002); y la segunda, del más investigador e histórico, que manifiesta modélicamente El círculo de la sabiduría (Siruela, 1998), entre otros. El libro se compone de dos conferencias, pronunciadas por Ignacio Gómez de Liaño en La Sapienza, de Roma, y en el Museo Dalí, de Figueres, respectivamente, que suponen un esfuerzo real y efectivo de síntesis de su filosofía -una filosofía que ya pertenece a la historia de la filosofía, y no sólo de nuestro país-, que es tanto más de agradecer en cuanto que los realizados por otros en ese mismo sentido hasta ahora no han servido de mucho.
Éste sirve y no sólo porque lo pretenda el autor. En su ejercicio, propone una antigua sabiduría para el futuro. Una filosofía salvífica, que trate de hacer feliz a la gente. Un conocimiento, que se haga vida en la práctica. Para ello intenta responder a dos grandes preguntas: qué es sujeto y persona, y qué es la realidad, la del mundo y la del alma. Para, a continuación, plantear una refundación de la filosofía, ampliando el horizonte de lo racional a aspectos emocionales e imaginales de la vida, sin los que el sujeto no puede moldearse de forma consistente como persona. Son las enseñanzas de Iluminaciones.
Y todo ello ayudado por he
rramientas de meditación, que utilizaban y utilizan escuelas filosófico-religiosas: mecanismos mnemónicos, como los diagramas gnósticos o los mandalas tibetanos, mecanismos más bien inventivos, como los procesos rotatorio-combinatorios de Lulio, o el método general imaginativo de Giordano Bruno. Para facilitar con todos ellos tanto los procesos cognoscitivos como los afectivo-emotivos, que, juntos, están en la base de la formación del sujeto y su sentido humano. En la base de una "composición musical de la persona", que es el fin salvífico de la filosofía de Ignacio Gómez de Liaño.
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