Ampliar espacios
Con este Rigoletto, Torrent continúa en la línea de producciones propias o coproducciones que inició ya con María de Buenos Aires, El Barbero de Sevilla o Don Pasquale. Este Verdi, en concreto, viajará por diversas ciudades del País Vasco y Galicia, y se está discutiendo también su posible representación en Portugal. Es ésta, desde luego, una de las vías que tienen los auditorios o teatros con presupuestos ajustados para poder asumir el coste de las producciones operísticas que, por otra parte, demanda el público: las dos sesiones de Torrent (hubo otra el día 11) estuvieron llenas a rebosar, como casi siempre que se hace ópera en la capital de l'Horta Nord. Un planteamiento a discutir, sin embargo, sería si lo más adecuado es adentrarse, como en este caso, en el gran repertorio, donde no se puede competir con los grandes foros operísticos, o inclinarse por la vía de la recuperación de obras olvidadas, montajes novedosos o espectáculos de vanguardia. Ciertamente, lo que reclama el público -aquí y en casi todas partes- son Rigolettos, Toscas, Traviatas, Bohèmes y demás. Pero una combinación de ambas perspectivas parece lo más prudente y, en cualquier caso, suscita el surgimiento de formaciones corales, solistas, escenógrafos, bailarines y todo aquello de lo que se nutre la ópera.
Rigoletto
José Fabra, director musical. Juanjo Granada, dirección de escena. Solistas: Andrei Romanenko, Roman Mayboroda, Minerva Moliner, Boni Carrillo, Leticia Rodríguez, Soledad Pedrosa, Juanjo Navarro, Fernando Piqueras, Antonio Sala, Víctor Cabezas y Gemma García. Orquesta y Coro Ciutat de Torrent. Auditorio de Torrent, 13 de noviembre de 2005.
Este fue un Rigoletto modesto hasta lo casi imposible en el aspecto escenográfico, con cantantes de prestaciones muy dignas en varios casos. Román Mayboroda fue mejor actor que cantante, pero, con pinceladas tan gruesas como sinceras, supo transmitir el drama interno de Rigoletto, y conectó en seguida con el público. Minerva Moliner, de voz fresca, con bonito timbre y bien controlada, resultó algo fría en la expresión, sobre todo en el primer acto. Boni Carrillo hizo un Sparafucile de hermosa voz grave, un poquito más insegura en el registro agudo. El Duque de Mantua anduvo más apurado. Su balada al final de la primera escena no fue especialmente refinada, tuvo apoyos falsos en varias ocasiones y sorprendió con un final terrible para La donna è mobile que había tenido un inicio de mejores pronósticos. De entre los secundarios habría que destacar la contundente voz de Fernando Piqueras como Marullo.
La orquesta estuvo ajustada a la escena, aunque tapó a los cantantes más veces de las debidas, y el coro necesita más rodaje, pero, una vez conseguida como aquí una representación digna en líneas generales, sólo cabe aplaudir que los diversos auditorios y teatros reserven un espacio -distinto, desde luego, según los casos- para el género operístico y no lo dejen todo en las manos del gigante del cap i casal.
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