La vida íntima
Durante buena parte de la noche del sábado la actriz Bárbara Rey les contó a sus contertulios de Salsa rosa (Tele 5) lo que había ocurrido con una enfermedad súbita suya que había despertado el interés de otra cadena de televisión, Antena 3. Esta correspondencia entre cadenas debe ser una novedad televisiva que aún no ha sido estudiada ni por Juan Cueto. Volaron por el escenario certificados médicos. Después de Bárbara Rey ocupó el sitial de las denuncias y de las contradenuncias una joven actriz que iba a contar su propio caso, referido a un veterano actor ahora muy famoso por sus historias sentimentales que, al parecer, le echó de la compañía porque no quiso hacerle más caso que el estrictamente profesional. Observé que en todo caso la muchacha que había planteado su querella se sentía incómoda, e imaginé que era por el exceso de tiempo que se dedicaba a la gestión pública de su intimidad. Ella lo quiso, pensarán los telespectadores.
Cuando avanzaba la noche me fui de la vida íntima y me topé, en La 2, con un documental excepcional, sobre la vida íntima -que luego fue pública- de Manuel Benítez, El Cordobés. Qué personaje. Todo lo que contó, y lo que se contó alrededor de su figura, tenía la enjundia de explicar muy bien una época de la vida española, cuando el franquismo no era todavía cadáver y se aprovechaba de cualquiera para rendir a los enemigos. Esos fotogramas en los que Franco insta a su hija a defender a Hitler son impagables como documento televisivo.
El domingo nos regaló la misma cadena (La 2, Ésta es mi tierra) la visión que tiene el escritor argentino Tomás Eloy Martínez de tres de sus tierras: Patagonia, Tucumán, Buenos Aires. Una perla, hablando de la Patagonia: "¿Quién sabe de dónde les viene a las ovejas tanta melancolía?".
Íker Jiménez estrenó su Cuarto milenio (Cuatro). Nos llevó al escalofrío recordando la desgracia de Ochate, el pueblo maldito. Quisieron grabar a los fantasmas, y éstos les fueron esquivos. Acaso no quieren que les descubran su vida íntima.
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