Reforma laboral
El señor Caldera ejerciendo de malabarista nos presenta una reforma laboral como si de un balón de oxígeno se tratase para los parados españoles. Al abaratamiento del despido, o sea, la reducción de la indemnización por despido que debiera pagar el empresario al trabajador damnificado, lo llama él posibilidad de futuro; me explico: actualmente, esta indemnización permanece con carácter general en 45 días hábiles y el señor Caldera lo rebaja a 30 días para los nuevos contratos, y dice que si a un parado le dan a elegir entre seguir inactivo o un contrato indefinido de estas características elegirá lo segundo. Claro, y si a un indigente le dan a elegir entre morir de frío en la calle o morir de una borrachera en una casa de citas, también elegirá lo segundo.
El señor Caldera, de apellido socialista, olvida que con esta medida diferencia dos tipos de trabajadores, de primera y de segunda, que arbitrariamente y por razón de oportunidad en el tiempo, ostentarán derechos desiguales.
Los contratos indefinidos de hoy no son como los de antaño. Antes un trabajador tenía identidad de empresa y se jubilaba en su primer trabajo. Ahora, el empresario se beneficia de todo tipo de prebendas y deducciones fiscales para terminar haciendo lo mismo que antes, despedir indiscriminadamente al trabajador por tres euros, sin penalización alguna, utilizando para puestos estructurales y de actividad permanente a varios trabajadores sucesivamente en condiciones de precariedad.
Muy bien, señor Caldera, mientras siga usted tomando medidas en contra de los más débiles y por otro lado asegurándose su jubilación con leyes que garantizan su seguridad económica una vez terminada su andadura política, la acepción "socialismo" en España tendrá muchos sinónimos, pero pocos de ellos decentes.
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