Que pase el Madrid
Rijkaard y sus jugadores dieron por bueno el triunfo, aunque asumen que fueron más prácticos que espectaculares
En el vestuario azulgrana, nadie lo dijo, pero en el ambiente flotaba una sensación común, una idea compartida con el palco a la que era difícil escapar al abandonar el campo el Getafe: "que pase el Madrid", podía leerse en las caras de satisfacción de los barcelonistas presentes ayer en Getafe, empezando por la del presidente. Joan Laporta escuchó ayer casi tantos insultos reprobándole haber nacido en Catalunya como autógrafos firmó en el Coliseo Alfonso Pérez. Hubo un aficionado azulgrana que se le acercó y le dijo: "Súbele el sueldo a Txiki", refiriéndose al trabajo del director deportivo, Begiristain, padre putativo de un equipo que ayer volvió feliz a casa.
Consciente de lo difícil que resulta pasarle por encima a un equipo tan trabajado como es el de Bernd Schuster la expedición azulgrana salió a por todas y lo logró. También era consciente de que resulta imposible encarar la visita al Bernabéu manejando mejores sensaciones, después de encadenar la mejor racha de victorias de la era Rijkaard, 11 triunfos seguidos y con números demoledores: el equipo enchufa todo balón que se acerca al área -ayer tres de cuatro fueron gol- y encaja tan pocos que ayer, pese al golazo de Pernía, Valdés superó su récord personal de imbatibilidad.
Pero una cosa es el pensamiento y otra muy distinta la palabra. Los azulgrana fueron muy comedidos, empezando por Rijkaard: "Nuestra intención es seguir trabajando y tratar de hacerlo lo mejor posible en el Bernabéu", se limitó a decir el entrenador. También Eto'o siguió a pies juntillas la consigna y puso por delante "ayudar a España a que se clasifique para el Mundial, es lo que más debería importarnos a todos ahora". Además, añadió que para ir al Bernabéu nunca hay un mejor momento que otro: "Estamos muy bien, pero igual nos meten cuatro y te da el bajón".
Eto'o, que era todo él una sonrisa, escuchó en la sala de prensa del estadio de Getafe a Luis García, el portero rival, que repudió los gritos racistas que parte de la afición local dedicó al camerunés: "No me sirve de excusa que en todos los sitios lo hagan, está mal hecho y no me gusta", dijo el portero. "¡Gracias, hermano!", le gritó Eto'o desde el otro lado de la habitación, antes de asegurar que lo mejor en estas situaciones es "no dar publicidad al asunto". Por eso, recuperó el análisis del partido, en el que añoró por parte azulgrana mayor capacidad "para haberlo rematado antes".
"No ha sido espectacular, pero lo hemos sabido jugar con una gran madurez y hemos sido prácticos", destacó su entrenador, el holandés Rijkaard, que elogió en sus hombres ese detalle y también "el porcentaje de acierto ante puerta".
Rafael Márquez, que volvía al equipo titular, y como defensa, dijo: "Me he sentido muy cómodo, pues aquí mientras te pongan ya puedes estar satisfecho", confesó. Y analizó: "El equipo cumplió, aunque es cierto que no jugó un fútbol brillante. Pero da igual, ganó y lo hizo mostrando mucha capacidad de trabajo. Otras veces jugaremos mejor, pero la lectura del partido exigía afrontarlo con mucha carga de trabajo", insistió el mexicano.
Cerca, Thiago Motta, sin duda uno de los protagonistas de la noche aunque sólo fuera por volver a jugar de titular 15 meses después de la última vez, destacó "el orden y el esfuerzo defensivo, empezando por los tres de delante", como las claves de una victoria que él ayudó a redondear con el tercer gol, a saque de una falta: "Ronaldinho me dejó tirarla, es mi amigo, ¿se nota, no?".
Todo lo contrario a amistad pensó Schuster del árbitro, Daudén Ibáñez. Oir su nombre y salirle sarpullidos al alemán fue todo uno: "Él sabrá por qué me ha expulsado".
Pernía, uno de sus jugadores y autor de un golazo vio las cosas claras: "Si el Barça te mete un gol en el primer minuto, adiós. Es una máquina". Una máquina dispuesta a triturar al Madrid. Pero esa será otra historia.
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