El Chelsea se hace humano
El equipo de Mourinho cae ante el Manchester United, su segunda derrota consecutiva
De repente, el Chelsea se hizo humano. La máquina, la dinamo sin corazón de jugadores insuperables y mecánicos, la apisonadora desapasionada que planeaba ganar la Premier sin perder un partido, cayó derrotada ayer ante el Manchester United (1-0). No es la primera vez. Mal que le pese a José Mourinho, su entrenador, el Chelsea es ya un equipo de carne y hueso: ha perdido tres partidos este año. El martes le venció el Betis en Champions (1-0). Antes le había ganado el Charlton, que le eliminó de la Cup. Y ayer lo hizo el United, el primer equipo que ha sido capaz de vencerle en Liga en lo que va de curso.
El Manchester le dio al partido rango de final. Alex Ferguson, su entrenador, que celebraba 19 años sentado en el mismo banquillo, abandonó las armas que hicieron famoso a su equipo en los noventa -juego por las alas, incisivo y muy ofensivo- y apostó por la receta con la que sobrevivió a jugadores alcohólicos y estrellas poco comprometidas en sus primeros tres años como preparador de los diablos rojos: juego duro, brega en el centro del campo y balones largos en busca de imposibles en ataque. En teoría, poco, muy poco, cuando en frente estaba el Chelsea, que llevaba 40 partidos de Liga consecutivos sin perder -1-0 contra el Manchester City en octubre de 2004-. En teoría.
MANCHESTER UNITED 1 - CHELSEA 0
Manchester United: Van der Sar; Brown, Ferdinand, Silestre, O'Shea; Fletcher, Smith, Scholes; Cristiano Ronaldo, Rooney y Van Nistelrooy (Park, m. 82).
Chelsea: Cech; Paulo Ferreira, Gallas, Terry, Del Horno (C. Cole, m. 78); Essien (Gudjohnsen, m. 55), Makelele, Lampard; J. Cole (Wright-Phillips, m. 74), Duff y Drogba.
Goles: 1-0. M. 31. Fletcher remata en postura forzada un centro de Cristiano Ronaldo y su cabezazo supera a Cech.
Árbitro: Graham Poll. Amonestó a Smith, Cristiano Ronaldo, Fletcher, Drogba, Ferreira, Gallas y Makelele.
Unos 68.000 espectadores en el Estadio Old Trafford de Manchester. Partido de la 12ª jornada de la Liga inglesa.
A la hora de la verdad, resultó que Mourinho regaló la banda derecha situando a Joe Cole en el medio campo y dejando a Shaun Wright Phillips en el banquillo. Que ni Essien ni Makelele fueron capaces de imponerse al centro del campo del United, plagado de jugadores de circunstancias, uno de ellos, Smith, delantero reconvertido en medio centro por las necesidades del guión. Y que Lampard, el impulsor de las remontadas del Chelsea, no encontró el camino a la portería contraria entre tantas camisetas rojas como se agrupaban entre Van der Sar, el guardameta del United, y la pelota.
Como un equipo pequeño, la tropa de Ferguson vivió el partido encerrada en su campo por el Chelsea. Sólo Ronaldo, veloz e incisivo, ofreció al público lo que se le supone a un equipo débil en defensa pero plagado de estrellas en la delantera: desborde. Suyas fueron las mejores jugadas del partido. Suyos fueron los centros más peligrosos del United. Y suyo fue el pase del acrobático gol de Fletcher, víctima de las duras críticas de Roy Keane, el capitán del United, esta misma semana. Con esas armas le bastó al Manchester para vencer al Chelsea. No necesitó de heroicidades, de esfuerzos sobrehumanos y jugadas para el recuerdo. En frente no estaba el grupo implacable de Mourinho, el conjunto destinado a ganar la Copa de Europa, el sueño imposible del multimillonario ruso Roman Abramovich. Había, simplemente, un equipo de fútbol. Uno más bien normal. El Chelsea, que perdió. Y, por un día, pareció humano.
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