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Reportaje:

La banda sonora de los Festivales Wagner de Barcelona

Publicada una grabación inédita de 'La walkiria' representada hace 50 años por la compañía del Festival de Bayreuth en el Liceo

El recuerdo del paso por el Liceo de Barcelona de la compañía del festival de Bayreuth entre el 16 de abril y el 1 de mayo de 1955 sigue vivo en la memoria de los melómanos catalanes que vivieron aquel excepcional acontecimiento musical que significó la primera salida de la compañía del célebre festival desde que Wagner lo creó en 1876. Al recuerdo vivido se une una amplia documentación escrita que permite reconstruir lo acontecido en aquellos 15 días en que Barcelona fue, con las representaciones de Parsifal, Tristán e Isolda y La walkiria, la capital del wagnerismo; una reconstrucción a la que, sin embargo, le faltaba un detalle esencial: la música. Desde este mes, la visita del Festival de Bayreuth al Liceo ya tiene banda sonora con la publicación, por Aria Recording, de una grabación inédita de La walkiria realizada en el coliseo lírico barcelonés el 27 de abril de 1955.

La aparición de documentos sonoros musicales inéditos en el mundo de la ópera suele venir de la mano de grabaciones pirata, pero este no es el caso. La grabación de La walkiria, representada en el Liceo por la compañía del Festival de Bayreuth con un reparto encabezado por el tenor Wolfgang Windgassen, las sopranos Gré Brouwenstijn y Martha Mödl, el bajo Hans Hotter y la mezzosoprano Georgine von Milinkovic bajo la dirección musical de Joseph Keilberth, cuenta con la autorización del festival. Una grabación para uso privado y de la que sólo se realizaron en su momento cinco copias en vinilo está en el origen de la edición de la caja con tres discos compactos que Aria Recording comercializa con una tirada inicial de 600 ejemplares, con el patrocinio de la asociación Amics del Liceu y la colaboración de la Sociedad Gran Teatro del Liceo y el Círculo del Liceo.

Poder ver La walkiria en casa con la música del festival de Bayreuth era el sueño de la familia Sagalés, propietaria desde 1912 de una empresa de ascensores. Los Sagalés eran, y lo siguen siendo, grandes aficionados a la ópera. "Mi padre ya había realizado trabajos para el Liceo en 1929 y la empresa siguió vinculada al teatro", cuenta José María Sagalés Fontcuberta. "Cuando tuvo que cambiarse toda la instalación eléctrica del teatro con motivo de la visita del Festival de Bayreuth en 1955 mi padre trabó amistad con Karl Ipser, que representaba a los Wagner en la supervisión de las reformas y ejercía como su relaciones públicas y jefe de prensa. Él y Wieland Wagner, nieto del compositor y director del festival junto con su hermano Wolfgang, aceptaron venir a nuestra casa para ver una de las funciones de La walkiria que realizábamos en nuestro pequeño teatro, de 90 centímetros de ancho por 50 de alto, en el que representábamos óperas de Wagner".

Aquella visita fue aprovechada por el hermano de José María, Jordi, para pedir a Ipser permiso para grabar una de las funciones de La walkiria en el Liceo y así poder representar en el pequeño teatro de los Sagalés la ópera de Wagner con la música de su festival. Obtuvo permiso para grabar la representación del 27 de abril, día en que acudió al Liceo Carmen Polo, esposa del general Franco, junto a su hija, la marquesa de Villaverde. Jordi Sagalés y Jordi Domènech Roure, nieto del arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, que trabajaba en la discográfica Philips, se encargaron de la grabación. Colocaron tres micrófonos en el escenario, uno en el foso de la orquesta y otro en el palco 11 del tercer piso, el de los Sagalés. De esa grabación, actualmente en paradero desconocido, se hicieron cinco discos de vinilo. Dos fueron para los hermanos Sagalés, otros dos para Domènech Roure y el quinto se envió al Festival de Bayreuth.

Las copias que han servido para confeccionar los compactos han sido la que conserva José María Sagalés y la que está en manos de la asociación wagneriana, que perteneció a su hermano, fallecido en 1994. "Los dos discos estaban muy usados; pese a ello hemos conseguido limpiar muchas de las impurezas en el proceso de digitalización de la grabación, originalmente analógica", explica Francesc Llorens, de Aria Recording, quien asegura que el resultado final es un producto que "presenta tanto lo positivo como lo negativo de las grabaciones en directo en un teatro: los ruidos de la sala". Efectivamente, los ruidos, sobre todo toses, así como cuchicheos y el apuntador, están presentes a lo largo de toda la grabación, que afortunadamente conserva poco rastro de la habitual crepitación de los viejos discos de vinilo.Hans Hotter y Martha Mödl, en una escena de La walkiria.

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