"Resulta imposible sustraerse a la presencia invisible de Antonio Machado en Baeza"
Salvador García Ramírez (Rus, Jaén, 1958), profesor de Física y director del Instituto Santísima Trinidad de Baeza, el mismo en el que impartió clases Antonio Machado, ha obtenido el Premio de Poesía de Alcalá de Henares por su poemario Nudos, inspirado en la poesía contemporánea portuguesa e iberoamericana. García Ramírez, premiado también por Ríos de arena por la Casa de Andalucía en Denia, tiene publicados otros cuatro libros: La luz, un incesante flujo de fotones (Junta de Andalucía, Sevilla, 1995); Voces del Chamamé (Caja y Principado de Asturias, Oviedo, 1999); La hora del vigía (Ayuntamiento de Jaén, 2001); y Ruradia: remota república (Ayuntamiento de Rus, 2002).
Pregunta. ¿Qué poesía encontramos en Nudos?
"La lengua portuguesa se ha convertido en un territorio mítico para mí"
Respuesta. Nudos es un poemario surgido de la decisión que tomé hace algo más de año y medio, dolorosa y dramática, de abandonar lo elaborado hasta entonces, considerarlo como la travesía necesaria para adquirir los conocimientos y la técnica mínimos, y aventurarme a escribir algo nuevo. Cambié entonces las lecturas de poesía española y me aventuré a otros ritmos y otras sintaxis de la mano de dos grandes influencias situadas a uno y otro lado del Atlántico. Por una parte, la gran tradición de la poesía lusa: Herberto Helder, Nuno Júdice, Eugénio de Andrade, Al Berto, Mário Cesariny..., bajo el prisma de la calma y la sonoridad de la lengua portuguesa; y por otra parte, la locura fantástica, la creatividad y el atrevimiento de poetas iberoamericanos como Gonzalo Rojas y César Vallejo, principalmente. Las personas que se acerquen a la poesía desde las páginas de Nudos, les va a parecer una poesía, no hermética, pero sí extraña.
P. ¿Cuánto hay de metáfora en el título de la obra?
R. El libro se titula Nudos porque, ¿qué es un poema? sino un nudo invisible con el que el poeta enlaza elementos que en su proximidad se complementan e influyen en direcciones recíprocas. ¿Qué es la vida?, sino una red llena de los huecos que, como heridas, como pérdidas, va dejando en nuestro espacio-tiempo la rutina del vacío. Tan sólo el cruce, el nexo, la confluencia, la atadura imprevisible del encuentro, tejen vínculos que nos libran del absurdo de la nada.
P. ¿Por qué su admiración por la lengua y la cultura portuguesas?
R. Es curioso, pero los portugueses se sienten orgullosos como pueblo de dos cosas principalmente: de su imperio de meridianos y carabelas y de su lengua, lengua que no consideran literaria exactamente, sino poética. Admito que se ha convertido en un territorio mítico para mí, pero a lo largo de este encuentro ha ido forjándose un poemario que lleva por título Tiempo de tranvías, en el que intento comunicar, devolver, parte de la admiración e influencia que la lengua y la cultura portuguesas me han regalado. En estos tiempos en los que se borran fronteras pero se preservan identidades, creo que este libro es un homenaje, un puente, un desagravio a tantos siglos de incomprensión y distancia. Quiero publicar en edición bilingüe este libro, símbolo inequívoco de esa cercanía tan beneficiosa como urgente.
P. ¿Cuál es la poesía que le interesa ahora?
R. Me interesa principalmente la poesía de mi tiempo, el lenguaje y las formas de la época en la que me ha tocado vivir. Esto no significa minusvalorar a los clásicos, ¿quién no se emociona con el canto de Leopardi a El infinito?, pero me encuentro más identificado con las apuestas más recientes. Aunque en la poesía española actual hay un gran eclecticismo en cuanto a estilos, grupos y corrientes, pienso que, debido al hecho de que la poesía tiene un grupo reducido de lectores en el que todos nos leemos a todos, existe menos aire fresco y novedad de los que pudieran parecer en un principio. He necesitado salir a otros enfoques o retomar otras apuestas transatlánticas.
P. ¿Cómo ha influido en su trayectoria poética trabajar en el mismo lugar en el que dio clases Antonio Machado?
R. Yo diría que me ha influido de manera decisiva. Para una persona sensible y medianamente culta resulta imposible sustraerse a la presencia invisible de Antonio Machado en Baeza. Leía hace poco que Don Antonio era el poeta más leído en la actualidad en España. Yo puedo dar fe de su vigencia con la constatación de que la visita a su aula, que aún conservamos en el instituto, es todo un peregrinaje, no carente de devoción, a lo largo de todo el año, tanto de público español como iberoamericano.
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