Nuevas redes para La Seda
El grupo catalán prevé convertirse en el líder europeo del PET en 2006
Lejos van ya los tiempos en que La Seda de Barcelona carecía de expectativas empresariales. Al grupo catalán, a punto de cerrar la compra de la lusa Selenis, ya no le basta su próxima posición como segundo productor de PET (polietilen teraftalato, un polímero plástico que se viene utilizando en la fabricación de distintos envases) de Europa. Su objetivo es alzarse al liderazgo del viejo continente antes de que termine el año 2006.
La Seda, con 190.000 toneladas anuales, es el séptimo productor europeo de PET. La absorción de Selenis le permitirá llegar a las 450.000
El grupo catalán pagará unos 80 millones de euros por la empresa portuguesa, pero aún dispondrá de fondos para afrontar otra compra
Todo un paso de gigante. La Seda, con 190.000 toneladas, es el séptimo productor europeo de PET. La absorción de Selenis le permitirá llegar a las 450.000. Y la compra de alguna empresa europea, en proyecto, le hará alcanzar las 700.000. Entonces sí será la líder incontestada, por encima de Voridian. "Estamos en conversaciones con varias empresas europeas para culminar ese proyecto", apunta Rafael Español, presidente del grupo.
Antes de que eso ocurra, La Seda tendrá que culminar la compra y absorción de Selenis, un grupo luso casi gemelo de La Seda en su estructura de producción, ya que ambos se han ido retirando del textil para apostar casi exclusivamente por el PET. Éste es un producto de mucho futuro, con un mercado cada vez más ávido (en nuevas aplicaciones) y un crecimiento del 10% anual.
Está previsto que en las próximas dos semanas se efectúe la ampliación de capital del grupo catalán, por 72,7 millones de euros, que sigue a una anterior emisión de obligaciones convertibles por 47,5 millones. Unos 120 millones de euros en total, con los que La Seda pagará unos 80 millones por Selenis y de los que quedará algo para financiar parte de su próxima adquisición europea.
Ideado en 2002 por Ibersuizas, presente simultáneamente en el capital de La Seda (7%) y de Selenis (15%), y con el apoyo de Manuel Matos Gil, presidente del grupo luso (58%) y también principal accionista de la química catalana (12%), el proyecto acabó por demorarse más de lo previsto. "Hubo que esperar", dice Juan Luis Ramírez, socio de Ibersuizas, "a que La Seda culminara la reestructuración, que implicó la venta de negocios no rentables y una serie de reorganizaciones industriales, para que el proyecto pudiera seguir adelante".
Otro factor, los normales escollos para alcanzar un acuerdo de compra favorable para ambas partes, retrasaron el desenlace de la operación, ahora en fase de due dilligence.
En Ibersuizas, consideran que las dificultades nunca hicieron perder de vista la necesidad de la integración. Las dos empresas, separadas, lo tendrían muy difícil. El nuevo grupo facturará cerca de 500 millones de euros al año y dispondrá de cinco fábricas; tres en España, de La Seda; una en Portugal, de Selenis; y otra en Italia, en Udine, propiedad de Aussapol, filial del grupo luso. La integración permitirá cubrir mejor los diversos mercados europeos (el PET no viaja bien a más de 600 kilómetros) y lograr sinergias en logística y aprovisionamiento de entre el 2% y el 4%.
Pese a que la operación se ha traducido en la compra de Selenis, ello no significa una pérdida de influencia de los portugueses. Las fuentes consultadas afirman que se eligió este modelo porque una compra de La Seda por Selenis obligaría a llevar a cabo una OPA (a un coste muy alto) y a sacar al grupo de la Bolsa. Se trata de una operación original en la que se mantendrá un reparto accionarial y de management coordinado entre ambas partes. La sede estará en Barcelona y el presidente seguirá siendo Rafael Español. Pero, el grupo accionarial formado por Matos Gil e Ibersuizas, además de Hemisferio (Lara) y Paul Capital, con un 19% del capital y vocación de llegar al 25%, seguirá siendo decisivo en la nueva La Seda. Se espera que las relaciones entre ambos, unidos en su vocación de liderazgo, no plantearán problemas. "Se trata de dos empresas, Selenis y La Seda", dice Ramírez, "habituadas hace años a trabajar juntas. Será un éxito".
De las fibras al PET
La Seda y Selenis tienen varias cosas en común. Una de ellas es que ambas han coincidido en abandonar lo que durante décadas fue su principal área de negocio: las fibras sintéticas. En La Seda, la producción de textiles no supera ahora las 18.000 toneladas. En Selenis ni siquiera alcanza las 10.000.
Al margen de que el mercado del PET esté en crecimiento (se dice que este plástico acabará por sustituir casi totalmente el vidrio en los envases), las firmas europeas del sector no han tenido más salida, si deseaban sobrevivir, que apuntarse a esta línea de productos. Según fuentes de la empresa catalana, la producción de fibras, más intensivas en trabajo y con un menor coste por kilo, más fácil de transportar, se ha trasladado casi enteramente a Extremo Oriente, casualmente, el mayor productor mundial de vestuario.
Por el contrario, el PET, mucho más intensivo en capital y con un mayor coste por kilo, no es barato ni fácil de exportar. El radio de influencia de una planta de PET no excede los 700 kilómetros ya que a distancias superiores los costes de transporte se hacen insoportables. En esta circunstancia han encontrado empresas como La Seda y Selenis su tabla de salvación ante el hundimiento del mercado de fibras.
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