Día Mundial del Ahorro
Mañana, día 31, se celebra el Día Mundial del Ahorro. La institución de esta fecha viene de antiguo, pero no por ello ha perdido actualidad, antes al contrario, nunca como ahora ha sido tan conveniente que se le preste interés a este tema. Ahorrar es sinónimo de acumular capital productivo, y la acumulación de capital es una de las bases del aumento de la productividad y, por tanto, del progreso económico. Es cierto que, a corto plazo, una persona, o un país, puede acumular capital (hacer inversiones productivas) sin contar con el ahorro previo que lo financie; simplemente, se endeuda. La globalización de los mercados de capitales y la eficiencia de las instituciones financieras permiten hoy trasvasar ingentes cantidades de ahorro sobrante de unos países a otros. El caso más llamativo es el de Estados Unidos, que necesita y absorbe el 70% del ahorro que se exporta en el mundo. Tampoco se queda atrás España, el segundo en el ranking, a donde viene el 5,8% de dicho ahorro mundial. Pero, en el largo plazo, los flujos de ahorro y de inversión, aunque no necesariamente deban ser iguales, tienen que guardar un cierto equilibrio con el fin de evitar un endeudamiento insostenible.
La tasa de ahorro de las familias ya no es suficiente para financiar su inversión en vivienda
La evolución del ahorro en España en los últimos años (gráfico izquierdo) no ha sido mala hasta 2003: desde 1995 hasta ese año el ahorro nacional total, como porcentaje del PIB, avanzó 1,2 puntos porcentuales (del 22,1% al 23,3%), mientras en el promedio de la UE-15 disminuía 1,4 puntos (del 20,9 al 19,5%). En ambos casos se observa una caída importante del ahorro privado (familias y empresas) y un aumento del público, siendo este fenómeno mucho más acusado en España, donde la tasa de ahorro privado cayó 4,6 puntos porcentuales del PIB. En 2004 el ahorro privado se redujo de nuevo notablemente, y otro tanto cabe esperar para 2005 y 2006. El problema es que ahora el aumento del ahorro público ya no compensa la caída del privado, lo que da como resultado una disminución notable del ahorro nacional total. Esta caída se conjuga con un aumento notable de la tasa de inversión, lo que origina un déficit (el famoso déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente) de proporciones históricas, como comentamos la semana pasada.
El origen de la caída del ahorro privado está fundamentalmente en el ámbito familiar, como puede observarse en el gráfico central. La tasa de ahorro de las familias está cayendo a unos niveles que ya no son suficientes para financiar su inversión en capital fijo (vivienda), de forma que han pasado de prestamistas netos a prestatarios, como las empresas. Las causas fundamentales de ello son la nula o negativa remuneración del ahorro, el aumento de la riqueza y la mejora del mercado laboral. La consecuencia principal, el exceso de endeudamiento (gráfico derecho), que acabará asfixiando los presupuestos familiares, especialmente cuando suban los tipos de interés, lo que hace presagiar una moderación del consumo y de la inversión a partir de algún momento de los próximos años.
¿Qué pueden hacer nuestros gobernantes para incentivar el ahorro y frenar el endeudamiento, si el principal instrumento (la política monetaria) ha sido transferido al Banco Central Europeo? Pues utilizar los estímulos fiscales: gravar más el consumo, desgravar el ahorro y reducir o eliminar los incentivos a la compra de vivienda. Son temas importantes, creo yo, sobre los que deberíamos reflexionar, aunque sólo fuera un día al año.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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