Colores del Mediterráneo

MUY CERCA de los acantilados de Capdepera, en la isla de Mallorca, aún se oyen los cencerros de las ovejas, el zumbido de las aspas molineras y el viento por los campos verdes, verdísimos, de este otoño prometedor en lloviznas mediterráneas. Cases de Son Barbassa es una finca de agroturismo con hechuras de pequeño hotel con encanto. Los rebaños componen el fondo decorativo de sus diez hectáreas de almendros, olivos y algarrobos, muy cerca del poblado talayótico de Son Barbassa, 3.000 años de antigüedad a sus espaldas. Desde sus terrazas se divisa la mejor panorámica del parque natural de Llevant, y si el día amanece despejado, incluso cabe intuir a lo lejos el perfil plano de Menorca.

Sus 12 habitaciones se aprietan sobre los restos de una torre defensiva del siglo XVI, muy justitas en planteamiento decorativo, pero pizpiretas en sus detalles lumínicos -aquí un aplique rústico, allá una vela encendida- y en los destellos de sol que asaltan los ventanucos. El asombro llega a la hora de darse un chapuzón (el otoño mallorquín aún augura unas temperaturas benignas este año). La piscina es un escenario único de doseles y tumbonas bajo palio, envueltos en gasas, cuyas transparencias matizan aún más la luz mediterránea. Entre aromas de rosales silvestres y lavanda.

Cases de Son Barbassa. (971 56 57 76; www.sonbarbassa.com). Carretera de Cala Mesquida; Camí de Son Barbassa. Capdepera (Mallorca). Habitación doble, desde 77 euros (IVA incluido)