Cárceles y memoria histórica
Una de las noticias que han marcaban el inicio del curso social y político en Córdoba ha sido el derribo de la vieja cárcel. Cuando las excavadoras se disponían a derribar los primeros muros, un grupo de personas hacían memoria histórica de los presos políticos que el régimen dictatorial de Franco había condenado por su apuesta en la defensa de los derechos humanos. Emotivo y acertado homenaje para recordar a todas las personas que dieron su vida por una sociedad más justa y fraterna.
Con la llegada de la democracia las cárceles españolas se quedaron vacías. Sin embargo, nuestro país, apuntado al carro del desarrollo del primer mundo y sorprendido por los trágicos efectos que el tráfico de drogas iba causando, sobre todo, en los sectores más jóvenes y empobrecidos de la sociedad, empezaba a generar bolsas de exclusión social, que volverían a llenar cada vez más las cárceles. La nefasta política penitenciaria, la política penalizadora sobre drogas y la falta de recursos sociales han provocado que después de treinta años hayamos pasado de los 8.000 presos que las cárceles tenían en 1975 a los 60.000 de la actualidad, la mayoría jóvenes empobrecidos y enfermos que padecen la terrible lacra de las toxicomanías.
Aprovechando la necesaria memoria histórica exijamos una pronta solución al mayor fracaso social existente en la más reciente historia de nuestro país. Esta debería ser una de las asignaturas preferentes en la agenda política del señor Zapatero.
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