"Tendré que ganar algo de peso"
Pedrosa celebra en su pueblo el título junto a miles de aficionados y ya piensa en la MotoGP
Nada más poner el pie fuera de la Terminal C del aeropuerto barcelonés de El Prat, la sonrisa, entre tímida y satisfecha, delató al motociclista. Era Dani Pedrosa, ataviado con su clásica sudadera con capucha y saludando con más rubor que otra cosa a los más de 250 aficionados que acudieron para que les firmase el casco, tocarle, animarle y felicitarle por su tercer título mundial consecutivo, el segundo en el medio litro.
La espera, sin embargo, fue larga. Movistar regaló camisetas y gorras con el logotipo de Dani: un niño pequeño con chupete que, con media cara azul, tiene una sonrisa pícara, tirita en la cabeza y espada estilo Jedi de Star Wars. Había caballeros, señoras, muchachos y niñas, muchas. "¡Es el mejor y el más guapo!", exclamaba Sonia, de 14 años, que había dejado de ir a clase. También la profesora Miriam, de 46 y hecha un manojo de nervios, faltó al colegio. "Dani es casi como mi hijo. No hay nada que me guste más que verle correr", explicaba. Pero tenía un mal presagio: "No sé si el año que viene podremos venir a celebrar un título. Ese Rossi...". Manel, de 39 años y que trabaja en una fábrica de Sabadell, respondía: "Yo vendré. Da igual cómo quede. Es nuestro campeón". Y, travieso, solicitaba: "No me hagáis fotos, que en el curro he dicho que faltaba por asuntos personales". Otros estaban ahí por su profesión. Como Ramón, policía encargado de escoltar a Pedrosa hasta la entrada de la Rondas. "No voy a negar que me hace ilusioncilla. Más que nada, porque también voy en moto", contaba. Y, cuando Dani se subió al coche, todas las motos del aparcamiento contiguo empezaron a dar gas con furor. Lo necesario para que la gente se exacerbara y gritará al unísono su nombre.
Ya en la rueda de prensa que dio en el hotel Juan Carlos I, Pedrosa agradeció el recibimiento multitudinario: "Este año ha habido muchas más motos que el pasado. Me he llevado una gran ilusión", reconoció. Y añadió: "Ha sido muy emotivo ver cómo hacían locuras con las motos por la Ronda de Dalt". También consideran algunos que fue una locura correr con el hombro izquierdo dañado, con la cabeza del húmero rota, tras caerse tres veces en Japón. Algo que Pedrosa ocultó hasta el final y que, sin ir más lejos, aún acarrea; se tomó un medicamento en el avión para apaciguar el dolor. "Tuvimos que ir a escondidas porque no queríamos crear miedo en el equipo y que desconfiasen de las posibilidades. Y así no dábamos ventajas a los rivales", aclaró.
Tampoco quiere aventurarse en su objetivo para la próxima temporada, cuando se las verá con el italiano Valentino Rossi. "Lo prioritario es ser inteligente, no correr más de la cuenta y no querer un enfrentamiento que es inexistente. Él tiene otros rivales de los que preocuparse y yo tengo que ir aprendiendo y cogiendo información con una pauta bien planificada", analizó. Pero apuntó: "Supongo que tendré que ganar algo de peso".
A Pedrosa no le gustan las entrevistas. Por eso no se cansó de afirmar: "Disfruto corriendo. Lo otro no es tan importante". Pero sí lo son sus títulos. "El primero fue especial porque era algo nuevo. El segundo, porque me había roto los tobillos. Y éste, porque el podio ha estado caro. No como en 2004, que si lo hacía mal acababa cuarto". Así, sonriente y esperando el recibimiento multitudinario de su localidad natal, Castellar del Vallès, concluyó: "Estoy orgulloso". En Castellar sus vecinos le reservan una sorpresa: un nuevo polideportivo con su nombre.
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