Islam en las escuelas
Y Dios es viejo o niño? ¿Y Mahoma es un ángel o una persona eterna?". A sus siete años, Yamila torpedea con preguntas y suave picardía a su nueva profesora de educación islámica, Imán el Mansuri.
La niña comenzó su nueva asignatura hace 15 días junto a otros cuatro alumnos, marroquíes como ella, en el colegio Bergamín de Málaga. Se levantan inquietos y, con sus voces cantarinas, parecen multiplicarse hasta sumar una decena.
De momento han aprendido los pilares del islam y una iniciación al árabe, aunque los cinco alumnos ya hablan el idioma que escuchan en casa a diario. En pleno Ramadán, ayunan ("ayunar es no comer ni beber", apunta en su cuaderno el niño Wuelid) "para sentir, solidariamente, qué siente un pobre", indica la maestra. "Les explico", continúa El Mansuri, "que esto supone el control de los instintos, comportarse con sus padres y que en este tiempo tampoco deben pelearse". En la pizarra ha escrito: "Islam es obedecer a Alá. Obedeciendo a Alá alcanzo la verdadera paz".
Los niños marroquíes han llegado al curso con ideas confusas sobre el islam, cuenta la profesora, que a diario luce velo, "como otras 'piercing' en la nariz"
La profesora El Mansuri no da abasto. Tiene asignados 150 alumnos en siete colegios de Málaga, y todas las mañanas se recorre la ciudad con su coche
El colegio Bergamín fue inaugurado en 1916 en el barrio de la Trinidad de Málaga, y hoy es un ejemplo de centro escolar multinacional. Este curso cuenta con 325 alumnos de más de 20 nacionalidades. El 30% son extranjeros. Los últimos en incorporarse han sido un niño de Mongolia y otro de Nigeria.
Para atender esta gran variedad, también religiosa, contribuyen varias profesoras que imparten religión católica, evangélica e islámica una hora a la semana. El Ministerio de Educación ha puesto en marcha este año clases de islam en tres regiones, Andalucía, Aragón y el País Vasco. Los responsables de cada religión seleccionan a sus maestros y el Gobierno les da el visto bueno y los contrata. Y faltan profesores para atender la demanda y algunos niños no pueden empezar sus clases.
La profesora El Mansuri no da abasto. Tiene asignados 150 alumnos en siete colegios malagueños, y todas las mañanas se recorre la ciudad con su coche. Aun así, la mitad de los niños del centro Bergamín apuntados a clases de religión islámica, de tres a 11 años, no pueden asistir porque El Mansuri ha debido elegir; no puede desdoblarse. Con 36 años, es doctora en Biología y trabajó en un laboratorio de ingeniería genética de plantas en Marruecos. Pero aquello fue tras doctorarse en la Universidad de Málaga, y la adaptación, de nuevo en su país, le costó demasiado. El año pasado impartió clases en un colegio de Torremolinos como voluntaria, y este año se decidió a mandar su currículo para que la Comisión Islámica lo valorara y propusiera su contratación al Ministerio de Educación, ya que contaba con el curso de adaptación pedagógica necesario.
Los niños han llegado al curso con ideas confusas sobre el islam, cuenta la profesora, que a diario luce velo, "como otras piercing en la nariz", explica sonriente. "Alguno piensa que Dios les llevará al fuego si se portan mal, y esas nociones equivocadas hay que borrarlas de su cabeza". Dice que busca que los niños conozcan sus derechos y deberes, que la mayoría de sus amigos ignoran. Y explica que espera verlos pronto totalmente integrados.
"Es la clase que más me gusta de todas, de lejos", cuenta Sumia, una de sus alumnas. Por detrás, sus dos compañeros cuchichean y hablan de novias y esposas mientras cogen de la mano a Yamila, que se revuelve, por fin: "Os calláis o se lo digo a la seño", zanja la niña airada.
Las clases de islam acaban de comenzar en algunas de las regiones en las que aún no estaba transferida la gestión del profesorado de religión en primaria, Andalucía, Aragón, Canarias y el País Vasco.
Dos razones
El Ministerio de Educación es quien contrata y paga a estos profesores que designan las comisiones islámicas. Para este curso, el presupuesto alcanza a contratar a 20 docentes (hay otros tantos en Ceuta y Melilla), pero sólo hay 16 destinados ya: 11 en Andalucía, 3 en Aragón, 1 en el País Vasco y otro más en Melilla. ¿Por qué no los 20? El Ministerio de Educación recurre a dos posibles razones: o no les han presentado más solicitudes firmadas por los padres (se necesitan al menos 10 para otorgar un profesor) o los profesores propuestos no contaban con los requisitos académicos, dicen. No conocen al detalle cuántos de los profesores destinados están ya trabajando. Los responsables islámicos reconocen que hay casos en los que la demanda es menor de la esperada porque los padres no sabían que podían matricular a sus hijos.
Lo cierto es que en algunos centros, como el Bergamín de Málaga, hay alumnos que reciben estas clases y otros no por falta de maestros. Los padres se han quejado por ello.
En otras zonas, como en Aragón, donde tocan a un maestro por provincia, están teniendo problemas de desplazamiento. Los destinados en Huesca y Zaragoza se defienden, pero Teruel es harina de otro costal: un solo profesor con ocho horas para cuatro colegios, muy distantes entre sí, por el amplio territorio de la provincia y con malas comunicaciones. El docente ha renunciado a la plaza; la Dirección Provincial de Educación dice que el problema está en vías de solución.
Otros profesores, en Andalucía, han tenido problemas para acceder a las aulas por cuestiones burocráticas.
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