¿El final del dinero barato?
EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, la inflación alta había dejado de formar parte de nuestras vidas. Otra cosa es el diferencial de los precios en relación con los países de nuestro entorno, que mide en buena parte la competitividad de la economía española. Sólo las Casandras de los bancos centrales anunciaban una y otra vez el peligro de crecimientos inflacionarios con lo que, a fuerza de equivocarse y gritar "¡que viene el lobo!", habían perdido buena parte de su crebibilidad.
Uno de los secretos del buen comportamiento de la economía de nuestro país, de su carácter permanente, del acercamiento a la convergencia real con la media europea, o del incremento del patrimonio inmobiliario de los ciudadanos, fue la política de tipos de interés bajos, motivada por la entrada de España en la zona euro.
En EE UU, la inflación ha llegado al 4,7%, la más alta en 14 años. En España, el aumento de precios es el mayor desde que gobierna el PSOE. Greenspan se despedirá subiendo el precio del dinero. ¿Qué hará el BCE?
Ahora puede estar a punto de cambiar la tendencia del dinero barato. Aunque el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, haya declarado que "de momento no se ha abierto un proceso inflacionista", las expectativas de los mercados y de los agentes económicos parecen indicar lo contrario. El ministro de Economía, Pedro Solbes, ha dicho que, dado lo altos que están los precios (pueden acercarse al 4% a final de año), el futuro inmediato será mejor que el presente. El gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, afirmó la pasada semana que se está produciendo un avance de los riesgos inflacionistas, lo que es un factor que ha comenzado a ejercer un efecto contractivo visible. Y el gobernador del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, ha avisado que mantiene una "estrecha vigilancia" de los precios con vistas a una posible subida de los tipos de interés que puede tener lugar "en cualquier momento" (bien es verdad que el pasado jueves el BCE no los movió).
Lo cierto es que la tasa de inflación de los principales países europeos ha crecido mucho en septiembre, fundamentalmente por el incremento del precio del petróleo. Según Eurostat, la tasa interanual está en Alemania en el 2,6%; en Francia, en el 2,4%, y en España, en el 3,8%. En nuestro país, el de septiembre (0,6%) es el peor dato en dos años y medio, y el interanual, el más alto desde que gobierna el PSOE. De los 12 países que forman el eurogrupo, la inflación subió en 11 (la excepción fue Italia).
Pero esta vez el problema se da a ambos lados del Atlántico. En EE UU, el índice de precios al consumo de septiembre subió un 1,2%, la mayor subida de la inflación en el último cuarto de siglo, y la tasa interanual se ha puesto en el 4,7%, la más alta desde hace 14 años. También allí el petróleo es el principal culpable.
Las situaciones de las políticas monetarias son distintas en una y otra zona. La Reserva Federal (Fed) está acostumbrada a movimientos rápidos y contracíclicos de los tipos de interés, mientras que el BCE es como Don Tancredo. En los últimos cinco años, la Fed, gobernada por Alan Greenspan, ha bajado 13 veces los tipos de interés, y a continuación los ha subido en 10 ocasiones, hasta dejarlos en el 3,75%. Los analistas estiman que el nivel natural de los tipos estadounidenses está entre el 4,5% y el 5%. Greenspan se jubila de la presidencia de la Fed el próximo 31 de enero, después de 19 años de hacer depender la economía mundial de sus movimientos y de crear expectativas a través de sus declaraciones. Es decir, que todavía le quedan las reuniones de noviembre y diciembre para subir los tipos. Es muy factible que los deje en un nivel del 4,25% si siguiese la misma cadencia que hasta ahora (reducciones de un cuarto de punto cada mes).
El BCE se mueve en un entorno de mayor dificultad. Si bien su objetivo número uno es que no suban los precios en la eurozona, habrá de tener en cuenta que existen ciertas expectativas de que la economía europea se despegue un poco en el último semestre del año. No puede abortar ese mayor crecimiento con una política monetaria más restrictiva. ¿O sí puede?
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