Estambul, una bienal de Occidente
Recuperar la esencia de las bienales y el compromiso con la situación política y social local, alejarse de los paradigmas del sistema comercial y presentar obras nuevas, creadas especialmente para "este sitio y este momento". A partir de estas premisas, los dos comisarios, Vasif Kortun, director del centro de arte contemporáneo Platform Garanti de Estambul (única sede museal del evento), y Charles Esche, director del Van Abbe Museum de Eindhoven (Holanda), han basado su apuesta para la Bienal de Estambul en dos bazas. Por un lado, las obras producidas a través del Artist Residency Programm, que ha permitido a numerosos artistas -incluido el español Jon Mikel Euba- desarrollar sus proyectos en Turquía. Por el otro, el abandono de los extraordinarios espacios expositivos históricos (la cisterna Yerebatan, la iglesia bizantina Hagia Eirene y el palacio de Dolmabahçe, entre otros), sustituidos por edificios de apartamentos parcialmente en ruina y naves industriales. "Quisimos superar las referencias míticas de la ciudad para centrarnos en su actualidad y cotidianeidad. Además los lugares históricos acaparaban todo el protagonismo y las obras se reducían a elementos decorativos", han explicado los comisarios.
Su elección, sin duda valiente, sin embargo ha privado a los artistas de la posibilidad de intervenir en espacios tan peculiares (inolvidable la instalación de Eulalia Valldosera en la cisterna de Yerebatan para la quinta bienal) y de medirse con la realidad compleja y contradictoria que tiene en la parte vieja de Estambul su escenario privilegiado.
Los nuevos emplazamien-
tos, todos en la zona moderna (aunque el término no debe ser entendido en su acepción más estricta) de Galata, de cierta forma occidentalizan el evento, ya que podrían pertenecer a muchas otras ciudades del mundo. Además no siempre resulta fácil encontrarlos, a pesar de estar todos señalizados por una intervención exterior rosa shocking del grupo de arquitectos italianos A12. De todos modos, no se puede negar que posean un cierto encanto que, a menudo, bien se combina con las obras expuestas. Por ejemplo, la escoba electrónica que barre un fantasmal apartamento del turco Servet Koçyigit; el karaoke de Phil Collins; la reconstrucción del piso de Safiye Behar, la más importante intelectual marxista y feminista de Turquía del israelí Michael Blum, y los tapices de reminiscencia pop de la polaca Paulina Olowska, que evocan la época en la que el Magic Bus cubría la ruta de Estambul a Katmandú sin miedo a las bombas.
El centro neurálgico del itinerario se encuentra en Antrepo, un antiguo almacén de aduana sobre el Bósforo, justo a lado del Modern Istanbul, el nuevo museo de arte contemporáneo, donde Rosa Martínez, flamante jefa de exposiciones, presenta su primera muestra internacional, Centro de Gravedad, abierta hasta el 8 de enero de 2006.
En Antrepo, instalaciones, obras de gran formato y una selección de jóvenes artistas turcos, que relatan desde una perspectiva descarnada la historia de la ciudad desde los muertos del golpe de 1980 hasta episodios de tortura mucho más recientes, se exponen junto a producciones de corte más hedonista, como el perfume Eau d'Ernest, desarrollado por Daniel Bozhkov e inspirado en Ernest Hemingway, que en 1922 estuvo en Estambul cubriendo la guerra entre Grecia y Turquía por el Toronto Star. "Hemos preferido disminuir el número de artistas, 53 en total, para presentar más de un trabajo de cada uno, de modo que las posiciones individuales resultan más matizadas", señalan los comisarios.
Su selección alterna creado-
res ya afirmados con otros aún ajenos a los circuitos internacionales y se centra en los países vinculados de alguna manera a Turquía, "de Berlín a Palestina". Y son palestinas dos de las propuestas más interesantes: el Palestinian Museum of Natural History and Humankind, de Khalil Rabah, que, entre otras actividades, subasta piezas del muro de la vergüenza que están construyendo los israelíes, y las fotografías de Ahlam Shibli, que relatan la vida cotidiana en uno de los 179 pueblos no reconocidos por el Estado de Israel, que desde 1948 están sometidos a ataques continuos.
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