Los amores difíciles llegan a la competición de la Mostra con dos filmes irregulares

Los amores difíciles llegaron ayer a la Mostra de València, cuya sección oficial encara su recta final. La portuguesa Odete los refleja a través de una historia llena de obsesión y muerte, en un filme complejo e irregular. Agapi sta 16 es el despertar al sexo de un adolescente de la Grecia rural, en una película dubitativa y bisoña. No fue la de ayer la jornada más brillante de la competición en el festival, pero esa rémora se compensó con la proyección de Agua con sal (Debajo de las piedras), último largometraje de la sección dedicada al cine valenciano, y la presentación del libro sobre Rafael Rivelles.

La portuguesa Odete, de Joao Pedro Rodrigues, es el retrato de una desequilibrada mental, encarnada por una espléndida Ana Cristina de Oliveira, que contiene demasiadas intenciones de ser críptica. La historia promete: una mujer con apasionado deseo de ser madre se interpone en el dolor que surge de la muerte de uno de los componentes de una pareja homosexual para acabar por transformarse ella misma en una reencarnación del finado. Toda la trama se mueve a impulsos enfermizos, los que guían la desesperación y la locura, pero termina por convertirse en una confusa mezcla de necrofilia, suplantación de personalidades y símbolos cinematográficos en la que se echa de menos un trabajo más profundo sobre los personajes secundarios.

En todo caso, Odete es un filme arriesgado, que apunta directamente a algunos de los tabúes de la sociedad lusa, algo que no se puede decir de la película griega Agapi sta 16, de Kostas Haralampous. Se trata de un manido ejemplo de cine adolescente, en su modalidad de despertar a la sexualidad. Ambientada en un periodo de tiempo indefinido, que podría situarse entre finales de los 70 y comienzos de los 80, la ópera prima de Haralampous nos cuenta, con infinita simplicidad, los primeros escarceos sexuales de un joven en la Grecia profunda, con un tratamiento que vacila entre el modelo American Pie y el Amarcord de Fellini. Ante tanta duda, la solución del cineasta heleno es un híbrido sin demasiado interés que ni emociona ni hace reír.

Por la tarde, los amores difíciles dieron paso al compromiso social que siempre contienen las películas de Pedro Pérez Rosado. El director saguntino presentó en la Mostra su último trabajo, Agua con sal (Debajo de las piedras), una historia de mujeres que luchan por sobrevivir en la sociedad del bienestar. El filme de Pérez Rosado cerró el apartado de largometrajes de la sección Mostra Cinema Valencia, dedicada a las producciones realizadas en la Comunidad en el último curso y que este año ha puesto de manifiesto la crisis de un sector que parece decantarse hacia lo seguro, la realización de películas para televisión, en detrimento del riesgo que supone enfrentarse al público en las salas.

Ese riesgo de someterse al juicio supremo del espectador lo encaró Rafael Rivelles, el mítico actor valenciano al que la Mostra dedica un pequeño ciclo en su programación compuesto por cuatro películas. Sobre el actor de El Cabanyal, el festival valenciano también ha publicado un libro, escrito por los guionistas Claudio Crespo y Javier Palmero, que se presentó ayer.