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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cum laude

Mi hija, a mediados de verano, recibió una carta de la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa, de la Junta, en la que le anunciaban un premio consistente en una treintena de libros de autores andaluces al haber sido considerada una de las mejores estudiantes al teminar el bachillerato. Dicha dádiva se debía retirar del vicerrectorado de alumnos de la Universidad de Cádiz. A principios de septiembre me planto con mi hija en la sede del citado organismo para retirar el presente, y una señorita amabilísima nos comenta que el vicerrector había considerado darle más enjundia a la entrega organizando un acto público con los premiados.

El cabreo consiguiente al hacernos ir de Jerez a Cádiz para volvernos sin libros quedó amortiguado por el hecho de pensar que se le iba a dar categoría al acto. Me callé decirle a la señorita que trasladara al vicerrector su falta de cortesía y de respeto al no darnos esa noticia por carta, al igual que recibimos la primera.

Por teléfono nos citan para el 21 de septiembre, a las 12.00 horas en el Aulario La Bomba, en Cádiz. Estaríamos unas 200 personas entre alumnos y padres. A las 12.15, aproximadamente, sin la presencia de alguien responsable de aquel bodrio organizado por un vicerrector incapaz, se abren las puertas de una de las salas y, entre cuatro o cinco personas, empiezan a entregar el lote de libros a todo el que le presenta la credencial. Entre los presentes salta la sorpresa: nadie saluda, nadie protocoliza acto alguno, nadie nos dirige una palabra, nadie nombra el mérito de los jóvenes premiados, nadie da razones de nada a nadie, tan sólo un simple reparto de libros, así de simple y lamentable.

Vicerrector, que no señor, desde el cargo que ha desacreditado, se ha cachondeado de mi hija y de mí, y entiendo que del resto de los que allí estaban, así que me encuentro con capacidad moral suficiente para hacerle entrega "cum laude" de mi desprecio más absoluto, que puede venir a retirar directamente a mi domicilio y sin acto público alguno. Y que alguien proteja al alumnado que vicerrectorea si lo hace con la incompetencia que ha demostrado.

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