Mujer guerrera
Con los músicos en escena, pero en silencio, fue llegando su voz algo ronca desde las bambalinas. Ya fue naciendo con cara de hambre... Infancia miserable, violencia doméstica, madre con 13 años -tuvo ocho hijos y varios se le murieron- y una relación tormentosa con Garrincha: Elza Soares es una superviviente. Salió cantando Beija-me, uno de sus éxitos, que unió con sca't jazzístico a otra de las canciones que la hicieron popular en los años cincuenta, Se acaso você chegasse. Samba, mucha samba. Y sentimientos. Sobre los celos escribió Caetano Veloso.
Una de sus expresiones, Del coxis hasta el pescuezo, da título al espectáculo que presentaba en España la cantante carioca: aunque el concierto apenas conserve tres canciones del disco homónimo, producido por Alê Siqueira y con dirección artística de Wisnik. Ese disco que en 2002 le devolvió a Elza Soares el glamour, demostrando a los jóvenes que no era sólo una sambista o un capítulo del pasado. Una voz inconfundible, que susurra, acaricia, ruge, grita, desgarra... Cantó Dor de cotovelo sin micrófono. Un recurso que repitió en el tango Fadas. Y confesó su devoción por los poetas de la música popular de su país, en especial por Chico Buarque.
Elza Soares
Elza Soares (voz), Claudio Andrade (piano), Vitor Motta (vientos), Nando Duarte (guitarra), Edson Menezes (bajo), Eduardo Constant (batería), João Hermeto (percusión). Real Escuela Superior de Arte Dramático. Madrid, 14 de octubre.
Negra de mirada felina que se ha enfrentado a los prejuicios y las adversidades. A la favela no le dieron la vez, pero ella, guerrera, está ahí. Denunciando que la carne más barata del mercado es la carne negra y exigiendo justicia y respeto. La sala baila su funk-samba-rap.
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