_
_
_
_
Reportaje:

La droga rompe la magia de Ibiza

Cuando Shiva fumó su primer porro de marihuana tenía ocho años. Se lo dio el padre de un amigo. Vivía en Ibiza, la isla mágica, la isla de la libertad. Para él, también, la isla de la noche eterna. De eso hace ya 24 años. Con su primer trabajo como electricista llegó también su primera pastilla de éxtasis. "Fue genial, un placer muy intenso, como un orgasmo de varias horas", recuerda. Tenía 16 años. Shiva entró entonces en un laberinto de drogas que le ha llevado a la esquizofrenia. Elige ese nombre porque la India le dejó fascinado. Probó todo lo que encontró: desde las drogas "de marcha", como llama al éxtasis, anfetamina, LSD, cocaína, hasta las "drogas mágicas": setas, cannabis, estramonio, peyote... Dice que no teme a la muerte: "He pasado tres veces por muertes iniciáticas". En ellas cree haber conocido a los Reyes Magos, ha sido disparado por los espías árabes de una película y asegura que puso la instalación eléctrica a Yahvé, que, según Shiva, vive en Ibiza. "Bueno, eso si quieres no lo pongas que así parezco menos loco", dice entre risas.

Shiva no pudo parar a tiempo: "Nadie puede. Crees que controlas, pero te acaban anulando". Ahora está en una unidad de salud mental
Cada temporada llegan a la isla 'clubbers' -jóvenes asiduos a las discotecas- de todo el mundo para disfrutar de la fiesta y se inician en el consumo
"Les venden el GHB como éxtasis líquido y lo toman como si fuera éxtasis convencional. Eso les lleva al coma", dice el médico de urgencias Alfredo Cenarro
Los especialistas llevan años alertando sobre el aumento de pacientes con trastornos psiquiátricos asociados al consumo de estupefacientes
Los adolescentes ibicencos son los más precoces de España en consumo de drogas, según un informe del Centro de Estudio de Conductas Adictivas

Pero Shiva cree que las drogas no son malas. Le han reportado "momentos de felicidad, más allá de lo humano". Pero se pasó, no pudo parar a tiempo: "Nadie puede. Crees que controlas, pero te acaban anulando". Sigue en Ibiza, está en proceso de deshabituación en una unidad de salud mental. Lo que ocurre en la isla, ahora, le asusta. "La gente muere, cada verano llegan cientos de personas en coma a los hospitales... Yo mismo podría estar muerto, ¿qué pasa? ¿Se está acabando la magia?", se pregunta.

El pasado 8 de agosto se produjo la primera muerte confirmada en España por GHB (conocido erróneamente como éxtasis líquido). Finber Meter Kelly, un turista irlandés de 27 años, había llegado a Ibiza para conocer una de las islas con más marcha nocturna del planeta. Su paquete vacacional incluía las entradas a las mayores discotecas que garantizan fiesta tres días seguidos. Finber pasó 72 horas bebiendo, bailando y drogándose, sobre todo, con GHB. Una parada cardiorrespiratoria, tras un fracaso renal, puso el punto final a su historia. No fue un caso aislado: en la primera quincena de agosto hubo 21 ingresos por esta droga.

Can Mises, el hospital de Ibiza, es, junto con Londres, Berlín, y el Clínico de Barcelona, uno de los centros sanitarios del mundo que más intoxicados recibe por consumo de estupefacientes. La población de la isla se cuadruplica en verano. Sólo en agosto, en este hospital, de menos de 200 camas, atendieron 135 intoxicaciones graves por consumo de droga, y 32 fueron casos de coma profundo por GHB. El doctor de urgencias Alfredo Cenarro explica que el perfil se repite: el 80% son extranjeros, varones, cercanos a los 25 años y anglosajones. Llegan tras haber consumido al menos dos dosis de esta sustancia. Todos provenían de la zona de ocio de San José.

Esto sólo es la punta del iceberg. "Atendemos una mínima parte. Muchos de estos comas los atienden las UVI móviles en la puerta de las discotecas, otros lo pasan en sus hoteles o tirados en la playa o la calle", explica el doctor Cenarro. De hecho, a pesar de las urgencias sanitarias, el GHB no es la droga más consumida en Ibiza. La estrella del verano es el éxtasis, seguido de la cocaína. Cada temporada llegan a la isla clubbers (jóvenes asiduos a discotecas) de todo el mundo para disfrutar de la fiesta. Algunos se inician allí en el consumo. "El fenómeno clubber no lo hemos inventado aquí, ya existía en Londres y Berlín antes. Pero les hemos dado el escenario ideal para llevarlo a cabo: un lugar donde la fiesta continúa 72 horas seguidas. Cada vez llegan más jóvenes creyendo que aquí pueden hacer lo que en sus países no harían ni en sueños", asegura el delegado del Gobierno en la isla, José Manuel Bar. La solución pasaría, en su opinión, por garantizar que los fines de semana haya un tramo horario de descanso al menos de seis horas en el que no haya abiertos locales de fiesta.

Aunque para algunos Ibiza es también un buen refugio. El miércoles pasado la policía detuvo a un capo de la mafia calabresa en la isla que intrucía cocaína en España en buques comerciales.

Paraíso de la noche

Ibiza sigue siendo, además, el paraíso de las drogas de diseño. Allí, en 1970 se encontró el primer éxtasis en España. Desde 1998, los servicios de urgencias de la isla han estado saturados en verano por los intoxicados que llegaban de madrugada por consumo de drogas de diseño, muchas veces desconocidas en España, que les han llevado a especializarse en esta materia. Han creado un protocolo de actuación que incluso comparten con otros hospitales de España.

Pero este año, en Ibiza, lo nuevo han sido las oleadas masivas de GHB. Esta sustancia es uno de los estupefacientes con la dosis más difícil de calcular. Se vende en botes pequeños, es líquida, transparente, con un suave sabor salado y debe ser disuelta en agua. Es fácil que pase inadvertida en una simple botella de agua. La misma noche en que murió el joven irlandés, pasaron por urgencias 10 pacientes con los mismos síntomas. Todos provenían de las discotecas de playa d'Embossa, donde un hombre y una mujer habían estado vendiendo la droga por "chorros", según explicaron en urgencias los amigos de los afectados.

Por 10 euros -más asequible que las copas, que cuestan de 15 a 18 euros- ofrecían dos dosis que vertían en la copa o botellín de agua del comprador desde el bote de un inhalador como los que se usan en caso de resfriado. Esta sustancia es muy diferente del éxtasis en pastillas (MDMA). Son compuestos químicos distintos con efectos diferentes. Mientras el éxtasis es un anfetamínico con efecto estimulante, el éxtasis líquido o GHB es un tranquilizante o depresor del sistema nervioso que en un principio tiene efectos de empatía, pero que en dosis elevadas suele llevar al coma en menos de 10 minutos. En medicina, de hecho, se utilizó en un principio como anestésico y en España no se ilegalizó hasta enero de 2002. "Estamos muy preocupados. Esta droga es veneno. Lo milagroso es que no sea más mortal con la cantidad de comportamientos irresponsables que hay, tanto que se vuelven a la discoteca en cuanto les dan el alta. Algunos vienen de vacaciones y se van con un historial de cuatro o cinco comas seguidos", explica el delegado del Gobierno.

Según explica Cenarro, en los países anglosajones al GHB no lo conocen como éxtasis líquido, sino como Georgia Home Boy (en referencia a sus siglas). "Se lo venden como liquid extasis y lo toman como si fuera éxtasis, eso les lleva al coma", aclara. Por eso hay gran cantidad de intoxicaciones en tan poco tiempo: creen que están tomando otra sustancia. Al despertar suelen estar desconcertados y violentos. A veces es empleado por delincuentes que lo echan en la bebida de algún turista despistado para abusar de él o para robarle. Jesús Ros, un médico de urgencias, explica una escena común en el centro hospitalario cuando se despiertan: "Un joven británico, en pañales, desorientado, angustiado, no sabe dónde está, qué le ha pasado, no comprende la lengua. Lleva tres días dormido. Cuando despierta se pone agresivo, hay que sedarle. Muchas veces se marchan sin saber qué les ha ocurrido en las últimas horas, acaban de pasar un coma profundo. Muchos nunca lo sabrán".

Más enfermos mentales

Además de las urgencias hospitalarias, el servicio que más sufre las consecuencias del consumo masivo de drogas es la sección de psiquiatría. Los especialistas llevan años alertando sobre el aumento de pacientes que llegan a sus consultas con trastornos psiquiátricos asociados al consumo de estupefacientes, como el caso de Shiva. Muchos entran desde urgencias: "Hace un año vino un chaval de 14 años. Llevaba más de una semana encerrado en casa. Decía que le amenazaban, le perseguían y querían matarle. Se había tomado una pastilla de mitsubishi (éxtasis). El trastorno delirante se había convertido en una esquizofrenia paranoide que le acompañará para siempre. Es posible que tuviera una predisposición genética y que nunca hubiera llegado a manifestarse, pero se destrozó la vida", explica el doctor Jesús Ros.

El doctor Gustavo Lucas Cabornero, coordinador de salud mental del área de Ibiza y Formentera responsable de psiquiatría en Ibiza, explica que hay tres perfiles de paciente: "El primero son los que sufren psicosis tóxica por el consumo de sustancias como éxtasis, cocaína o alucinógenos (ketamina, LSD, nexus...). Algunas noches de verano pueden entrar 10 pacientes así. Pierden el contacto con la realidad, creen que pueden volar, que les persiguen, o tienen ataques de pánico", explica el doctor Lucas.

En la mayoría de los casos, el brote psicótico desaparece cuando se pasa el efecto de la droga. Aunque, según el psiquiatra, "todos los años mueren turistas en circunstancias extrañas: se tiran al mar, se ahogan, se arrojan por la ventana o aparecen deshidratados en cualquier playa. Podrían estar asociados al consumo de drogas", explica. Además alerta de que las de síntesis (éxtasis y cocaína) también pueden producir la muerte por cardiopatías, deshidratación o fracaso renal.

El segundo perfil de pacientes tratados, como en el caso de Shiva, el viaje acaba convirtiéndose en una esquizofrenia o un trastorno delirante crónico. "Suele ocurrir en personas con una predisposición genética que puede desconocerse. En algunos de estos casos, si no hubiera mediado un consumo de drogas, no se habría manifestado la enfermedad mental", puntualiza el doctor Lucas. "Un tercer perfil serían los pacientes con patologías psiquiátricas previas que en sus fases de descompensación consumen este tipo de sustancias y su enfermedad se agrava o alarga, como por un paciente bipolar que consume drogas en su fase maníaca y acaba ingresado. Las drogas perjudican la evolución de las enfermedades mentales, por eso estamos adecuando los recursos y buscando más profesionales", concluye.

En Ibiza, la Consellería de Sanidad dedica 500.000 euros al año a la prevención y el tratamiento de drogas, según el conseller de Sanidad, Vicent Serra. "Disponemos de programas de desintoxicación, como el centro de ayuda a la drogadicción, por el que este año han pasado más de 700 personas, y un centro de prevención y estudio de las conductas adictivas", asegura el conseller. Aunque en ellos no se refleja la dimensión del problema. "En el centro de conductas adictivas no hay ahora adictos a la marihuana o el éxtasis, que son las sustancias más consumidas, porque en la cocaína o heroína el proceso de deshabituación es más complejo", aclara Serra. En los últimos cinco años, el número de psiquiatras se ha multiplicado, pasando de tres especialistas a siete, y se ha creado una unidad especializada en prevención de conductas adictivas.

Joaquín y Paquita son "ibicencos por los cuatro costados". Toda su vida han vivido en la isla y la han visto cambiar; no les gusta lo que está ocurriendo con el turismo, aunque reconocen que ha sido y sigue siendo la fuente de desarrollo: "Hemos progresado a base de esto. Tenemos carreteras, hoteles y tiendas de primeras marcas gracias al turismo, pero ha bajado la calidad". Como muchos ibicencos, creen que el problema de la droga no se ataja porque es un círculo económico que engorda las arcas de unos pocos. "Sólo hay que mirar la nueva autopista que están construyendo. No lo hacen para el turismo familiar, es para los que vienen a los clubes, ¿y cuando se cansen y ya no vengan más...?". El trazado de la carretera es una V que une el aeropuerto, los hoteles y las grandes discotecas.

Sin embargo, el médico de urgencias Alfredo Cenarro señala que el gasto económico sanitario que un coma por consumo de drogas ocasiona, quizá sea mayor que el dinero que ese turista ha gastado en la isla. "Se invierte poco en turismo de calidad. A veces vienen sin hotel, duermen en su coche y el dinero lo gastan en drogas", avisa Cenarro.

Un reto asumible

El delegado del Gobierno cree que el reto es asumible: "Debemos buscar la coexistencia con otros modelos turísticos. La permisividad conducirá a una degradación progresiva de la clientela, que acabará por desaparecer", asegura Bar. En su opinión, la respuesta policial no es la única salida y es necesario un pacto institucional: "Las sanciones administrativas se han triplicado en el último año, cada noche se abren unos 20 expedientes de drogas. Pero el año pasado llegaron a Ibiza casi cinco millones de turistas, y tenemos 500 agentes. Sólo en julio, la Guardia Civil hizo 278 intervenciones de droga".

La llegada masiva de consumidores de droga durante el periodo vacacional a la isla también tiene consecuencias devastadoras entre los adolescentes ibicencos. El hijo mayor de este matrimonio acaba de empezar sus clases en el instituto. "En la reunión de padres nos dijeron que controlarían a los niños mientras estaban en el centro, pero que de puertas para afuera no podían hacer nada. Que todos los días venían a venderles droga", explica Paquita.

Los adolescentes ibicencos son los más precoces en consumo de drogas, según un estudio sobre el consumo de estupefacientes realizado entre todos los estudiantes en el año 2002 por el Centro de Estudio y Prevención de Conductas Adictivas (CEPCA). El 22,4% de los chicos de 18 años consumía entonces cocaína ocasionalmente, y el 4,3%, todos los fines de semana; el 17,7% consumía éxtasis a veces, y el 3,3%, los fines de semana; el 15%, alucinógenos, y el 35% fumaba cannabis habitualmente.

Según el delegado del Gobierno, hacer grandes operaciones de incautación de drogas es complicado porque lo más generalizado es la venta a pequeña escala. "La gente la trae encima para hacer la temporada de verano. Se trata de menudeo. No hay un solo foco de venta de droga. La mayoría de los que vienen de fiesta traen cargamento para ellos y para pagarse la juerga interminable", argumenta Bar.

"Para nosotros el consumo de drogas es contraproducente porque ahuyenta al turismo que viene a gastarse dinero de manera legal", dice Pepo Fernández, propietario de una discoteca del centro de Ibiza, llamada Aramond. En su local no entran clubbers porque pone música española. "Queríamos atraer un público que buscara otro tipo de diversión y decidimos filtrar al público por el tipo de música", aclara. Dice que en su local no permite la venta de droga, pero que a veces es incontrolable. "Antes, la fiesta era algo natural, improvisado; ahora está demasiado estructurado, se mueve demasiado dinero. Se ha perdido la espontaneidad y la magia", se lamenta Fernández.

Macrofiesta nocturna en Ibiza.
Macrofiesta nocturna en Ibiza.VICENT MARÍ

La compra más fácil

COMPRAR DROGA en Ibiza es más fácil que conseguir pases gratis para las discotecas. "Más bien habría que preguntar: ¿quién no vende?". Laura ha pasado un año atrapada por las drogas. "Lo habitual es tomar varias cada noche. Hay que aguantar mucho tiempo y la necesitas". Empezó saliendo los fines de semana hasta 72 horas seguidas, de local en local, pero en algún momento se le fue de las manos. Pasaba más tiempo en ese estado de euforia, de felicidad absoluta, que en el mundo real. "Hasta me metía una raya para hablar en casa con alguna amiga, en plan tranquilo. Se estaba mejor. Lo peor llegaba luego, con la bajona -estados depresivos que siguen al colocón de cocaína-. Entonces llegaban los ataques de ansiedad, de pánico, la desmotivación absoluta, la falta de interés. Volvías a ponerte un poquito y estabas otra vez genial. Ni siquiera me importaba no comer, o comer sólo pasta con tal de tener para pillar", explica esta licenciada de 26 años. Aunque es de fuera de la isla, allí tomó su primer éxtasis, allí se fue a trabajar, y luego llegó todo lo demás.

"Cualquier sitio es bueno para pillar, los conocidos te dicen quién pasa o dónde encontrar droga". Un locutorio, un chiringuito, un restaurante, cafeterías y discotecas. La última semana de agosto, la policía clausuró dos locutorios y una cafería en Ibiza y en Jesús por tráfico de estupefacientes. Se incautaron de 8.500 pastillas de éxtasis. Laura explica que para localizar al camello sólo hay que mirar. "Suele estar junto al altavoz, sin bailar, mirando desentendido, muchos llevan gorra". "Le preguntas quién tiene, casi siempre aciertas y él lleva. Normalmente, en los bolsillos, y vende varias sustancias diferentes. Si él no tiene, te dice quién. Casi todos los que están bailando, colocados, también venden, yo incluso he vendido alguna pastilla", aclara Laura. Una noche de fiesta de 72 horas (de viernes a lunes) sale por 250 o 300 euros. "A final de mes sabía dónde acudir para que me invitaran a una raya. A veces, en el baño de un bar del centro, si le quitas la tapa al soporte de papel higiénico, con los restos que quedan se puede preparar una", explica Laura.

La cocaína también se mueve en restaurantes de buen nivel. Rita, compradora habitual, cuenta que en estos casos además se limpia dinero negro."Siempre es igual. Comes, y al final, en vez de la carta de postres, dices: 'me traes un postre'. El camarero trae una caja de madera, como las de la cuenta. Dentro viene un gramo de coca, o dos, si has pedido dos postres. Luego aparece en la cuenta, junto con las bebidas y el menú", explica mientras enseña una cuenta con la cena de dos personas por valor de 40 euros y un postre de 50 euros.

Pedro Vaamonde es camarero en el centro de Ibiza. Todos los días pasan decenas de clientes a pedirle cocaína. "Deben de creer que tengo un saco lleno bajo el mostrador". Lleva cinco años trabajando y ya tiene su clasificación de los camellos del lugar. En primer lugar coloca a los clanes de Sa Penya, tres familias que controlan 26 puntos de venta de droga en el casco histórico. "Guardan la droga en los tejados, entre las basuras en la puerta de su casas, en las alcantarillas, agujeros de la pared o entre ropa", explica. Es el único punto de venta de heroína en la isla, según el delegado del Gobierno, José Manuel Bar, quien aclara que todos están controlados. Muestra un plano con los puntos de venta y los motes de los vendedores. "Los peores ya están en la cárcel, y seguiremos metiéndolos, pero en cuanto cogemos a alguno el consumo se desplaza y es mejor tenerlo controlado", explica Bar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_