Un niño entre gigantes
Ricard Rubio, la joya del DKV Joventut, se convierte a sus 14 años y 11 mesesen el jugador más joven en la historia del torneo
No había entrenador, ojeador, agente y hasta aficionados que no lo vaticinaran: el DKV Joventut tiene, por lo menos, un par de joyas más en su inagotable cantera. Son hermanos y se apellidan Rubio. Hasta ahí, todo normal. Se suponía que a ambos les quedaban todavía muchas etapas por quemar antes de ver si las expectativas se cumplían. Pero, durante las últimas semanas, la plaga de lesiones que se cebó en el primer equipo verdinegro impulsó a Aíto García Reneses a tomar una decisión a la que estaba dándole vueltas. Ni corto ni perezoso, el experimentado entrenador madrileño alineó en la Liga catalana a Ricard Rubio, el base al que todos llaman Ricky, un chaval que sólo tiene 14 años y 11 meses. Un niño entre gigantes. Mide 1,90 metros y se encontró enfrente, por ejemplo con Roberto Dueñas, de 2,21. Pero ya no es una cuestión de estatura, sino de edad. El base titular del DKV es este año Elmer Bennett, que, a sus 35 años, duplica con diferencia la edad de su compañero.
"Su mejor arma es la lectura del juego. Pasa de película y maneja muy bien el balón"
Rubio no se cortó un pelo. Es más, en la grada había un par de chavales que le conocían bien y que ganaron una apuesta que no era otra que la de que estaban seguros de que iba a lanzar a canasta la primera bola que tocara. No anotó, pero la cosa fue bien. El DKV ganó al Akasvayu y la final al Winterthur Barcelona también con su concurso.
Aíto no se lo pensó dos veces. Se llevó al chaval a Granada, donde tenía que estrenarse esta temporada el Joventut en la Liga ACB. Allí estuvo ayer Ricky. Jugó cinco minutos. Lanzó dos veces, anotó una, recibió tres faltas, dio una asistencia y logró dos recuperaciones del balón. Ganó el Joventut por 72-82 y debutó el jugador más joven en la historia de la Liga ACB; más joven que la promesa del baloncesto gallego, Ángel Rebolo, que jugó su primer partido con el Breogán de Lugo cuando tenía 15 años y tres meses. El tercer debutante más precoz es Juan Pedro Cazorla, que jugó con el Taugrés en 1991 con 15 años y 11 meses.
Ricky es cadete, pero tiene ficha para jugar con el equipo júnior. Nacido en El Masnou (Barcelona), una población costera muy cercana a Badalona, destacó muy pronto, casi desde el mismo momento en el que su hermano Marc, que también ha debutado con el primer equipo del DKV, le convenció para que cambiara el fútbol por el baloncesto.
En la última Copa juvenil fue elegido el mejor. Andreu Casadevall, ex técnico de la Liga ACB y buen conocedor de las categorías inferiores, opinó sobre la perla verdinegra: "Su mejor arma es su lectura del juego. Es un gran asistente, pasa de película. Tiene un excelente manejo del balón, penetra muy bien, es muy bueno en el uno contra uno. A mi entender, debe mejorar en el lanzamiento exterior. Posee un gran sentido de la anticipación y puede jugar de 1 y de 2". Su entrenador en los últimos tres años, Marc Calderón, añade: "Lo tiene todo para llegar. Sobre todo, actitud".
Rubio estudia cuarto de ESO en el colegio Badalonés y el trabajo se le acumula, puesto que algunos días tiene sesiones dobles y hasta triples de entrenamiento. Además, es internacional con la selección española. El pasado verano consiguió la medalla de bronce en el Europeo que disputó con el equipo de los sub 16, siempre actuando ante jugadores mayores que él. Ahora, una vez que Marcelinho Huertas se recupere de la lesión que arrastraba y se una a Bennett en la tarea de llevar el timón del equipo, lo más probable es que regrese al equipo júnior. Pero Aíto tendrá una lupa puesta sobre él y sobre su actitud en una categoría que, visto su desparpajo entre los grandes, puede empezar a quedársele pequeña.
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