_
_
_
_
Entrevista:Nélida Piñon | PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2005

"La gran novela es siempre un texto arqueológico"

Juan Arias

Nélida Piñon, premio Príncipe de Asturias de este año, nos recibe sonriente en su luminoso piso de La Lagoa, en Río de Janeiro. La novelista acaba de conquistar también el Premio Jabuti, una especie de Nobel brasileño, por su última novela Voces del desierto (Alfaguara), una relectura original de Las mil y una noches, a la que dedicó varios años de investigación sumergiéndose en el universo del mundo árabe y oriental.

La autora de libros como Fundador, La dulce canción de Cayetana o La república de los sueños es de familia de emigrantes gallegos y siempre ha hecho gala de que Galicia, donde pasó algunos años de su infancia, la marcó profundamente.De carácter abierto y extrovertido, Nélida sintió muy pronto el gusanillo de la literatura. Ya en 1970 inauguró la primera cátedra de Creación Literaria en la Universidad Federal de Río de Janeiro. Destacó siempre en la lucha a favor de la condición femenina siendo la primera mujer que presidió la Academia de las Letras de Brasil, fundada por Machado de Asís. Durante su gestión abrió las puertas de la Academia a los jóvenes y niños llevándole un aire nuevo de modernidad. Novelista y también gran intelectual, Nélida ha impartido cursos en numerosas universidades de Estados Unidos. De Piñon, cuya imaginación fue calificada de "genio" por la revista Publishhers Weekly, se ha escrito que no ha recibido el premio a la simpatía porque no existe, ya que la escritora brasileña, además de ser un volcán de imaginación y una apasionada por la palabra y la literatura como ejercicio de liberación, es una verdadera encantadora de serpientes, amiga siempre de los amigos, que cultiva como su huerto preferido.

"Todos necesitamos, al final del día, tener una historia para contar. Es lo que yo llamo la historia poética de lo cotidiano"
"Seducir no es corromper, es permitir que el lector caiga en el texto. Las reglas del placer las impone el lector que es sensual"
"Me muevo entre lo refinado y lo melodramático. No me avergüenzo de abrir mis compuertas líricas en busca de la palabra original"
"El arte de la narración es caníbal. Devora tu corazón. Yo, al acabar una novela, me siento literalmente comida por ella"
Más información
Scherezade y la pareja narrativa

La crítica internacional ha destacado siempre la calidad de su obra, la fuerza de su imaginación y su capacidad de expresar literariamente los sueños de la gran familia iberoamericana, como bien indicó en 1989 The New York Times Book Review.

PREGUNTA. ¿Por qué reescribir hoy Las mil y una noches?

RESPUESTA. Por mi formación intelectual. Para mí, la literatura es contar historias. Todos necesitamos, al final del día, tener una historia para contar. El hombre que llega de noche a su casa no lleva sólo pan y queso. Lleva también una historia para narrar a los suyos. Es lo que yo llamo la historia poética de lo cotidiano.

P. Y escogió Las mil y una noches.

R. Sí. Podía haber escogido Grecia, pero preferí Oriente Próximo porque fue allí donde se desarrolló el fenómeno de mayor éxito de la imaginación, como lo es la invención del Dios único. Supone la liberación de la multitud de dioses. Es la fe en la abstracción. Podía haber escogido Jerusalén o Damasco. Escogí Bagdad y el islam. Quería adentrarme en el prodigio de una nueva lengua: el árabe, porque el árabe cree en la poesía de la lengua. Me fascina el desierto, que es un territorio movedizo donde no hay residencia. Existe sólo la tienda. Es la imagen, al mismo tiempo, de la fragilidad y de la fortaleza. Es la legitimación que nace del contar historias, porque narrar es la gran aventura humana.

P. ¿Es más difícil inventar o reinventar una historia como ha hecho con Las mil y una noches?

R. Ambas cosas se funden en una sola. No podemos pretender ser inaugurales. Felizmente, el mundo es antiguo. Somos todos herederos de una tradición milenaria. Podemos ser inventores sólo si sabemos reinventar lo que ya existe. Tenemos que saber usar las sobras del mundo: pedazos de carne, migajas de pan. Todo lo que está a nuestro alcance debe ser mezclado. Es la belleza y el milagro del mestizaje. La gran novela es siempre un texto arqueológico que lleva en su vientre todos los pueblos, los mitos y la poesía del mundo.

P. Se ha escrito que Voces del desierto es un homenaje a la literatura y a su seducción. ¿Es cierto?

R. El arte de fabular y de imaginar son los pilares de la literatura. La seducción es la forma para que el lector abrace el texto. Seducir no es corromper, es permitir que el lector caiga en el texto. Las reglas del placer las impone el lector que es sensual. Vamos a permitir que su erotismo aflore para poder absorber el erotismo del libro.

P. ¿En qué contexto se sitúa en su novela la relación sexo-placer?

R. Han escrito que en mi novela existen escenas intensas de sexo, pero es que la protagonista tiene conciencia de que el deseo no tiene moral. Ella vive el sexo como si fuera un sexo de resistencia. Scherezade es una guerrera que no puede sucumbir al placer. Hay todo un placer en las miradas, en el tacto. Hay un erotismo con el verbo que usa. Sabe que el verbo narrativo se apoya en la piel de los genitales. Es un embate entre la tiranía del califa y la imaginación de ella, y demuestra que la tiranía es impotente.

P. Usted da mucha importancia a Jasmine, la esclava de "color canela". ¿Por qué?

R. Es un homenaje a la sangre que se cruza. Una metáfora. Ella, sin génesis, puede ser un espíritu libertario. No tiene genealogía estigmatizada. Es alguien consciente de que vive al margen, pero que llega tan cerca del poder que puede convertirse en él. Es de una sensualidad sobria, si es que la sexualidad puede ser sobria.

P. O sea, poder sexista y audacia femenina.

R. La novela demuestra cómo el poder es sinónimo de tedio. El califa tiene horror al sexo, que cumple mecánicamente. La tiranía lo agota. Lo que va a hacer que se tambalee su estructura tiránica es la revelación de los místicos. De repente, el califa descubre que no existe nada más fascinante que escribir historias, pero al mismo tiempo se da cuenta de que quienes las escriben son los miserables. Intuye que la gran riqueza de su reino no son los monumentos grandiosos, las mezquitas, sino Las mil y una noches.

P. ¿En qué medida las voces del desierto son las voces de las mujeres del mundo?

R. Las voces de las mujeres son porosas e insidiosas a la vez. Se filtran y deslizan por la arena. Las voces de Las mil y una noches son la mezcla de todas las voces: del mercado, del desierto, de las caravanas. Toda voz tiene la fatalidad de ser ronca, porque cuenta historias. Toda voz es una tentación.

P. ¿Cuál es entonces para usted la verdadera fuerza de la literatura, de la narrativa?

R. Es el espacio de la interdicción, de lo privado, con el cual cada uno de nosotros se confronta. Es el territorio del placer, de la metamorfosis, no de la elocuencia, ni de la conversión religiosa.No es el territorio de la teología. La narrativa es liberadora porque no aprisiona. Al no aprisionar libera tu intuición y ayuda a sentir la brisa de tu imaginación. Quien lee y disfruta de lo que lee tiene la sensación de ser el autor de la historia narrada. Cuando leo a Homero, digo que Homero soy yo. Si yo no fuera Homero, él no sería lo que es. La literatura no pide. No tiene vergüenza. Es el gran calderón de la bruja.

P. Se dice en su obra que "no se debe dejar morir la sustancia del alma árabe". ¿Cuál es esa sustancia?

R. Los occidentales intentamos apagar la sustancia ajena. Lo que no se parece a nosotros, no existe. Es como si nuestro decálogo fuera único. La sustancia árabe tiene características muy intensas. Nace en el desierto. Nosotros, los occidentales, no somos seres del desierto. El Mediterráneo te inocula sus raíces. La sustancia árabe está hecha de poesía, de misticismo (sufí). Es una cultura nómada que tiene raíces en el cristianismo, pero es un mundo original. Posee una cultura gutural, que se grita. Para mi novela trabajé mucho con las músicas árabes que me evocan el cante jondo. Son los gritos que salen de la garganta y a mí me gusta el mundo asimétrico.

P. El diario Le Monde la ha descrito como "uno de los temperamentos de la literatura brasileña". ¿Se siente así?

R. Creo que quisieron hacerme un elogio. Me consideran como una cantante de ópera, género que adoro. Yo me muevo en un temperamento entre lo refinado y lo melodramático. No me avergüenzo de abrir mis compuertas líricas a la búsqueda de la palabra original. Me involucro a veces en el texto y cuando noto que hay palidez sé qué autor musical me va a devolver mi temperamento.

P. Se habla hoy de crisis de la narrativa. Se prefiere el ensayo y la historia. ¿La crisis de los novelistas es que no saben crear obras de fantasía de valor como antaño?

R. Pienso que es al revés, que nunca el mundo ha producido tantas grandes obras como hoy. Quizá se publique demasiado, eso sí. Quizá algunos escritores no tengan paciencia para dedicar, como hacían los antiguos, tres o cuatro años a preparar y rumiar una novela. No es que falte tiempo, que siempre existe. Falta a veces la voluntad de esperar la posible consagración. Cuesta invertir en el oficio literario. La narrativa es un gran sacrificio. El arte de la narración es caníbal. Devora tu corazón. Yo, al acabar una novela, me siento literalmente comida por ella.

P. El alma de la mujer le ha interesado a usted toda la vida. Recuerdo que el gran cineasta y poeta Pier Paolo Pasolini me decía que su pena es que se iba a morir "sin conocer el alma de la mujer". ¿Es tan difícil penetrar en ese territorio prohibido?

R. Yo iría más lejos que el gran Pasolini. Lo difícil no es entrar en el alma de la mujer, sino en la ajena. Lo difícil es entrar en tu misma alma. Es el gran dilema del nosce te ipsum, conócete a ti mismo. Los seres humanos nos dormimos con la zozobra de levantarnos como otra persona: otro Juan, otra Nélida. Es el alma humana la que presenta una complejidad inmensa. El gran desafío de todo arte es conocerse.

P. ¿Cuál fue su mayor dificultad al intentar saber lo que pasaba dentro del alma de Scherezade mientras le contaba las historias al sultán?

R. Fueron varias las dificultades. La primera adentrarme en un territorio que no era el mío culturalmente. Tener informaciones y después olvidarlas. Hacer desaparecer mi sabiduría para no vaciar el lenguaje que debía permanecer transparente y poético. No fue fácil estar a la altura del mayor personaje de la historia. No me fue fácil entrar en el ritmo y los miedos narrativos de la protagonista contadora de historias. Tenía que hacerlo sin dejar que pareciera que ella estaba narrando. Y eso ha sido deliberado.

P. Usted está considerada una escritora brasileña con profundas raíces gallegas, las de sus antepasados. ¿Es eso cierto?

R. Mis raíces gallegas son muchas. Es que, además, yo soy una persona porosa. Raro es el día que no tengo un choque cultural, que no me sorprenda de algo. Cada día estoy descubriendo nuevos dioses, nuevos baúles, curiosa de saber lo que tienen dentro. Todas mis raíces son responsables de mi escritura. Me siento mudando cada día, como decían los griegos: nada está quieto, todo se mueve. También dentro de mí se mueve todo. Como artista me siento una gran transformadora. Para mí, las raíces gallegas se funden con las brasileñas. Toda la idiosincrasia ibérica me es familiar. Soy una verdadera apasionada por la lengua lusa.

P. Hablando de los velos que cubren el rostro de la protagonista, se dice en su novela: "En la caverna donde el deseo brilla y humedece sus sueños". ¿Cuál sería la metáfora de la caverna en un mundo en que todo está expuesto?

R. En realidad es una falsa metáfora, porque no es cierto que todo está expuesto. Eso es una ilusión. Seguimos viviendo dentro de nuestras cavernas. Las personas se iluden de haber sido descifradas, pero el misterio humano sigue intacto. Los caprichos humanos no pueden ser previstos. Cada palabra se afina con la pasión. Nuestros sueños son mayores que nuestras evidencias.

Nélida Piñon (Río de Janeiro, 1937), autora de novelas como 'La dulce canción de Cayetana' o 'La república de los sueños'.
Nélida Piñon (Río de Janeiro, 1937), autora de novelas como 'La dulce canción de Cayetana' o 'La república de los sueños'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_