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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nocturnos

Richard Billingham (Reino Unido, 1970) conoció el éxito muy joven. Su primer trabajo, Ray's a Laugh (1996), le proyectó internacionalmente y le situó como uno de los miembros destacados del joven arte británico (Young British Art). Aquel trabajo inaugural, un relato autobiográfico centrado en el seguimiento cotidiano de su familia, mostraba un estilo documental a un mismo tiempo visceral y distanciado, muy directo y, sin embargo, muy cuidado estéticamente.

El teórico británico David

RICHARD BILLINGHAM

'Black country (night time)'

La Fábrica

Alameda, 9. Madrid

Hasta el 5 de noviembre

Campany ha hecho notar que una buena parte de los mejores trabajos fotográficos de la historia del medio fueron realizados por sus autores a una edad temprana. Esta observación se confirma plenamente en Billingham y de alguna manera parece condicionar tanto su trayectoria como la recepción de su obra. El trabajo que presenta ahora en Madrid es una serie de paisajes urbanos nocturnos del año 2003, agrupados bajo el título de Night Time. Tanto esta serie como otra más antigua, Daytime, producida en 1997, fueron realizadas en la pequeña ciudad industrial de Cradley Heath, donde nació y creció el propio Billingham. Ambas series se presentan bajo el título común de Black Country. Es importante distanciarse de este dato autobiográfico para valorarlas adecuadamente. Así como la primera serie de 1997, tomada a modo de instantáneas, tenía un tono documental muy acentuado pero relativamente plano y descriptivo, estos paisajes nocturnos de lugares corrientes y desfuncionalizados nos ofrecen una mirada mucho más elaborada y compleja. Son fotografías realizadas en formato medio, con largas exposiciones y una iluminación muy trabajada, opción que permite a Billingham obtener una gran minuciosidad en los detalles, sin perder la capacidad de construir, al mismo tiempo, atmósferas irreales y oníricas. Esta mezcla de capacidad descriptiva que hay en sus imágenes, conjugada con la sensación de estar situados frente a un escenario artificial o un decorado, hace que sus paisajes nocturnos aparezcan como detenidos en el tiempo, aislados de cualquier referencia espacial, y siempre con un fuerte poder evocador. Aquí, Billingham recupera ese estilo propio y característico por el que crea imágenes que son tremendamente pictóricas pero que no han perdido su capacidad para documentar y construir la realidad.

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