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Entrevista:JOSÉ MARÍA OLAZÁBAL | Bicampeón del Masters

"La agresividad se impone ahora a la estrategia"

José María Olazábal (Hondarribia, Guipúzcoa; 1966) ha cumplido en 2005 cuatro lustros en el circuito profesional del golf y el 6 de febrero de 2006 se convertirá en cuarentón. Una ocasión propicia para que el bicampeón del Masters de Augusta (1994 y 1999) reflexione sobre su carrera.

Pregunta. ¿Ha alcanzado lo que se propuso o tiene deudas pendientes?

Respuesta. Deudas, no. He conseguido, la verdad, más de lo que esperaba. Contar con dos títulos del Grand Slam y haber ganado en Europa, América y Asia cubre con creces mis sueños. Si me falta algo es mejorar como jugador, ser más consistente, no tener tantos altibajos...

P. ¿Es ya su principal objetivo superarse a sí mismo?

R. No. Cada vez que pincho mi bola en el tee, mi ilusión es anotarme el torneo, sea cual sea. Pero el otro aspecto va adquiriendo más y más importancia. Me refiero a eso de poder decirme, clasificación aparte, que he hecho el juego que quería hacer.

"Siempre habrá un hueco para los artistas. Yo aún doy buenos golpes. Pero me falta regularidad"
"No me siento frustrado. Pero preferiría tener un Británico y un Masters que dos Masters"

P. ¿Se siente, en cualquier caso, más de vuelta que de ida?

R. Aunque me cuido físicamente para alargar en lo posible mi vida como jugador competitivo, ya llevo 20 años en danza y, desde luego, no me quedan otros 20. Si acaso, seis, siete, ocho, nueve... La motivación no desciende, pero sí la intensidad, la energía...

P. Usted triunfó sucesivamente, entre 1983 y 1985, en el Open Británico para infantiles, juveniles y aficionados. ¿Es su mayor espina no haberlo hecho en el absoluto?

R. Nunca le he exigido nada a mi deporte. Y ahora, tampoco. Pero, hablando de cariño, sí, hay una competición especial: el British. De momento, no me lo he adjudicado. ¿Una espina? Quizá. Pero no en el sentido de que me sienta frustrado. Mi trayectoria ha sido muy buena, muy positiva. Con todo, preferiría tener un Británico y un Masters que dos Masters.

P. En la última edición, en julio y en el santuario de Saint Andrews, quedó el tercero, igualando su mejor puesto de siempre, a seis golpes del estadounidense Tiger Woods y uno del escocés Colin Montgomerie. ¿Qué le faltó?

R. Hubo dos salidas cruciales. La del hoyo 6, con la que me fui a un bunker, y la del 12. Me costaron sendos bogeys. En el segundo, El Tigre hizo birdie y se me puso ya a cuatro golpes. Hasta entonces todavía había bacalao que cortar.

P. Los cinco primeros del ránking, en el que usted es el 37º tras haber bajado del 100º, son Woods, el fiyiano Vijay Singh, el también norteamericano Phil Mickelson y los surafricanos Ernie Els y Retief Goosen.

¿Cómo derrotarles?

R. Siendo más consistente, más regular. Es de lo que adolezco. Tienen detalles que, aun sin jugar bien del todo, les permiten seguir luchando arriba. La semana pasada, por ejemplo, Woods ganó [el American Express, del circuito mundial] siendo de los que menos calles cogió. Pero tiene tanta potencia y su juego corto es tan bueno que compensó esa deficiencia. En cambio, yo, sin su fuerza, debo basarlo todo en la consistencia, en la regularidad.

P. ¿Cómo la está buscando?

R. Trabajando mi swing. No he recurrido a un profesor, pero me estoy analizando en vídeo más que nunca. Quiero que sea el tradicional. El mío siempre ha sido un poco vertical, basculando un poquito los hombros [en vez de girarlos]. Eso es lo que me ha causado tantos problemas. Sobre todo, en los lanzamientos largos, pues la cara del driver tiene poco ángulo.

P. ¿Qué envidia sanamente de Woods y los otros cuatro?

R. La pegada. Todos me sacan entre 20 y 30 metros. Y eso, especialmente en los Pares-5, es mucho. Yo me quedaría con la de cualquiera de ellos y con el juego corto de Woods o Mickelson.

P. Sus hierros siempre han tenido gran fama.

R. Sí, pero insisto en que me falta consistencia. Todavía doy golpes buenos, pero necesito darlos más a menudo. El nivel se ha disparado. Hay que hacerlo igual de bien que antes, pero más seguido.

P. Su recorrido se vio frenado en seco y durante 18 meses, entre 1995 y 1996, por una extraña lesión en los dedos de los pies.

R. Una pesadilla. Me vi en silla de ruedas, fuera del golf. Se me diagnosticó artritis reumatoide, pero el mal verdadero estaba en la columna vertebral, en la zona sacro-lumbar, y afectaba a los nervios que van a las extremidades. En fin, me recobré y gané mi segundo Masters. Aprendí a relativizar las cosas, a no centrarlo todo en mi carrera, a mirar más a mi alrededor y disfrutar de ello.

P. Desde 1986 suma 28 victorias. Pero ninguna desde 2002.

R. Mi peor racha. Pero en este curso he mejorado mucho. He perdido un desempate en Estados Unidos contra Mickelson y firmado dos terceros puestos. Sigo viéndome con posibilidades. He estado cerca. Sólo me ha faltado rematar.

P. También sucede que el golf ya no es el que era.

R. Es totalmente distinto al de mis inicios. La calidad ha subido y las tecnologías modernas [se alcanza más distancia con los palos y las pelotas actuales] han modificado la forma de jugar. Los jóvenes llegan muy bien preparados mentalmente. No tienen tantos miedos. La agresividad se impone ahora a la estrategia. Se pega el drive en casi todos los hoyos. Todos van a por la bandera. De algún modo, el juego es más espectacular al asumirse más riesgos.

P. Pero de otro supone la claudicación definitiva de los artistas, como usted, ante los pegadores, ¿no?

R. Siempre habrá un hueco para los artistas. Pero la tendencia es que los campos sean más y más largos, por lo que la ventaja de los pegadores va en aumento. En los cortos, estadísticamente, ganan más los artistas.

P. No le queda más remedio que fortalecer su musculatura.

R. Antes nadie hacía pesas y ahora las hacemos todos. El invierno pasado lo dediqué a ejercicios dirigidos a lograr mayor pegada. Claro, sin perder toque. Hoy por hoy, llego 20 metros más lejos que hace años: hasta los 260 o los 270.

P. Usted no entró por puntos en los dos últimos equipos europeos triunfadores en la Copa Ryder frente al estadounidense y sus capitanes, el escocés Sam Torrance (2002) y el alemán Bernhard Langer (2004), no le dieron una de las plazas de libre elección.

R. No siento resquemor hacia ellos. Estaba jugando mal y no me la merecía. Para 2006, en Irlanda, espero que sea distinto, totalizar la puntuación precisa. Reitero que en 2005 he mejorado mucho.

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