Helena Meirelles, la abuela de la guitarra campesina brasileña

En la madrugada del 29 de septiembre falleció en su casa de Campo Grande, Helena Meirelles, genuina representante de un Brasil rural, profundo y olvidado. Tenía 81 años y no pudo sobreponerse a las secuelas de una pulmonía crónica aguda.

Un artículo publicado en el año 1993 por la revista norteamericana Guitar Player -a la que su sobrino había enviado una cinta con tres canciones- la dio a conocer en su propio país. Se la comparaba con Eric Clapton y Keith Richards y le otorgaban el premio Spot Light Artist. Con derecho a portada.

A sus casi 70 años -aunque llevaba tocando desde los nueve-, Helena Meirelles pisó por primera vez el escenario de un teatro y empezó a grabar sus primeros discos: grabaciones como Helena Meirelles (1994), Flor de Guavira (1996), Raiz Pantaneira (1997) o De Volta ao Pantanal (2003), mejor recibidas en el mercado internacional que en Brasil.

Nacida el 13 de agosto de 1924, en una hacienda del Pantanal, Estado de Mato Grosso do Sul, casi en la frontera de Brasil con Paraguay y el norte de Argentina, tocaba la viola, un instrumento de cuerdas, de origen portugués, con posibilidades sonoras que van de la música medieval a las disonancias microtonales.

Sus padres, a los que ella ayudaba en los trabajos para el dueño de la hacienda, como cuidar el ganado y plantar mandioca, le tenían vetado el instrumento. Contó que la habían amenazado con cortarle los dedos y que había replicado: "Pues tocaré con los muñones".

Aprendió a escondidas, mirando y escuchando a su tío paterno y a su hermano, y pasó a animar con su instrumento bailes y fiestas, bodas y ferias, e incluso las noches en los burdeles, que ella llamaba casas de mujeres.

Mascaba tabaco, tomaba cachaça y tocaba allá donde le dieran un plato de comida, alojamiento y algunas monedas. Tenía la costumbre de fabricar sus púas con cuernos de buey cada año en Viernes Santo.

El año pasado se estrenó el documental A Dama da Viola, un intento de contar en 75 minutos la fascinante historia de esta mujer analfabeta.

Helena Meirelles escapó de casa para no sufrir abusos por parte de su padre; se casó con 17 años, tuvo tres hijos, y huyó con un músico paraguayo, al que le dio otros tres vástagos y del que se separó por no querer compartirlo con otra mujer.

En total dio a luz 11 criaturas, en partos en los que ella misma era la comadrona. Cuando estuvo en São Paulo, su situación era tan difícil que llegó a prostituirse.

En 1959, ya de regreso al Pantanal, se unió a Constantino Machado, con quien compartió los últimos 45 años de su vida. Iban de hacienda en hacienda, él trabajaba como peón y ella como lavandera y cocinera.

Acampaban con los hijos a cuestas, en distintos lugares de aquellos inmensos latifundios y con la viola entretenía a los peones en sus duras tareas del campo.

Helena Meirelles desarrolló un método único de tocar, con una afinación peculiar, géneros comunes en esa región fronteriza como la polca, el chamamé o las guarânias.

Solía decir que "sabía todo el tiempo que tenía una rosa en la mano y que esa rosa nunca se iba a marchitar".- CARLOS GALILEA