Emoción, memoria
Uno de los poemas de la segunda parte de Etimología dice así: "cada omisión será una incapacidad de la mirada". Encarna Castejón, en su primer libro poético, convierte la mirada en palabra que revela y descubre. No se trata de la mirada superficial, que sólo describe o se detiene en lo visible. No siempre -casi nunca- un primer libro muestra tan claramente como éste un alto grado de madurez literaria. Es un poemario escrito con precisión, probablemente durante largo tiempo, con una concepción del poema que obedece a un proceso de despojamiento, de depuración extrema en busca del núcleo en que la vida late. Dividido en dos partes, El cielo vacío y Etimología, muestra dos caras de esa búsqueda. De un lado, la voluntad de fijar el tiempo a través de una colección de instantáneas, de destellos, en los que tiembla una sensación de abismo. En la segunda parte, se advierte una mayor densidad y una sutil voluntad meditativa. La búsqueda de las raíces del yo poético, cimentada en un diccionario esencial de seis palabras -"luz", "niebla", "espera", "casa", "ruina" y "distancia"-, se desarrolla mediante un recorrido por (hacia) la memoria de la infancia y de la adolescencia, hacia el recuerdo del amor como reflejo de la felicidad huidiza, de la plenitud imposible, siempre en precario, como base de la conciencia: "Forzó el armario, rompió el rosario de los quince misterios, / desgarró los bordados, / hizo trizas las páginas cubiertas de sumas. / Así olvidó la palabra obediencia". Libro inusual en nuestro panorama poético, Etimología nos revela a una poeta no por tardía menos exigente. Con oficio, intuición e inteligencia.
ETIMOLOGÍA
Encarna Castejón
Dilema. Madrid, 2005
130 páginas. 10 euros
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