La derecha portuguesa, favorita en las elecciones municipales del domingo
Los sondeos dan la victoria en sus distritos a cuatro candidatos perseguidos por corrupción
Debates agrios, llenos de insidias y de insultos y flacos de contenido; jueces, policías y militares en pie de guerra contra el Gobierno por los recortes de sus privilegios; la ciudadanía asustada por la crisis económica; cuatro candidatos a alcaldías distintas, perseguidos por la justicia por diversos delitos económicos, claros favoritos para triunfar en sus distritos; el presidente de la República, Jorge Sampaio, reclamando una nueva ley anticorrupción...
Así transcurre, a ratos crispada, otras veces furiosa, la campaña para las elecciones municipales portuguesas del domingo. Casi nueve millones de votantes están llamados a decidir el nuevo reparto de poder local en Portugal. En 2001, las municipales fueron un descalabro para los socialistas; lograron 300.000 votos más que sus rivales pero perdieron 15 alcaldías, entre ellas Oporto, Lisboa y Sintra, a manos del derechista Partido Social Demócrata (PSD), lo cual propició la dimisión del entonces primer ministro, Antonio Guterres.
Esta vez, a sólo seis meses de las legislativas que dieron a los socialistas de José Sócrates la mayoría absoluta más holgada de su historia (un 45% de los votos, 120 escaños de 226), los sondeos no pronostican grandes mejorías para el PS. En Lisboa, las encuestas dan a Carmona Rodrígues, candidato del PSD, una ventaja de siete puntos sobre el socialista Manuel María Carrilho; en Oporto, Rui Rio (alcalde desde hace cuatro años con la coalición conservadora PSD-CDS/PP) va aún muy por delante (43% a 37%) del socialista Francisco Assis, que ha recortado una distancia inicial de 21 puntos; y Coimbra, la vieja ciudad contestataria, parece claro feudo naranja (el color de los socialdemócratas).
El panorama acabaría de teñirse de negro para el PS si perdiera en Oeiras, Sintra, Guarda, Faro y Santarém, así que el primer ministro Sócrates se ha curado en salud diciendo que su Gobierno medirá las elecciones por "el número de votos" y no por las alcaldías.
Los analistas asumen que el PS sufrirá "algún castigo" por su política económica, que ha tratado de convencer a los portugueses de apretarse el cinturón para afrontar la crisis (6,2% de déficit público, 7% de paro) con medidas como el aumento del IVA al 21% o los recortes de los derechos de algunos funcionarios públicos.
Militares y policías han salido a la calle a clamar por la pérdida de sus privilegios y los jueces irán a la huelga la semana que viene, justo cuando Sócrates (que anuncia que aplicará medidas similares al 40% de los funcionarios) debe presentar los presupuestos para 2006.
José Luis Cardoso, catedrático de Pensamiento Económico en la Universidad Técnica de Lisboa, cree que Portugal está en una "encrucijada difícil", marcada por "la crisis económica, la desconfianza en la clase política y el pesimismo". La desconfianza tiene nombres y apellidos, y trae inequívocos perfumes marbellíes: procede del enorme ruido formado por los cuatro candidatos procesados por diversos delitos económicos, que no sólo van a presentarse como independientes sino que parece que van a ganar. "Si eso sucede, tendrá un pésimo efecto para la imagen de Portugal", afirma Cardoso.
Los cuatro famosos son Avelino Ferreira, ex alcalde de Marco y ex militante del democristiano CDS; Fátima Felgueiras, ex alcaldesa de Felgueiras y ex miembro del PS; Isaltino Morais, ex munícipe de Oeiras y ex ministro con el PSD; y el ex militar Valentín Loureiro, ex alcalde de Gondomar (PSD) y presidente de la Liga de Fútbol.
La estrella es la risueña Felgueiras, que el 21 de septiembre regresó de casi dos años de fuga a la Dioni en Brasil, fue detenida por la policía judicial en el mismo avión tras ser acusada de 23 delitos de corrupción, abuso de poder, prevaricación, malversación de caudales públicos y "relaciones promiscuas con el Felgueiras Club de Fútbol", solo 12 horas después fue liberada, y apenas 60 minutos más tarde anunciaba su candidatura.
En honor de estos cuatro presuntos gatunos que copan titulares, aglutinan bajas pasiones y encabezan encuestas, el presidente de la República, Jorge Sampaio, reclamó el miércoles, en su último discurso institucional del 5 de octubre, día de la República, una nueva ley anticorrupción. Una ley, dijo, que ayude a acabar con las "sospechas insoportables" que recaen sobre la clase política, y a derribar "la muralla que separa a los políticos de los ciudadanos".
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