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La sospecha aporrea a Puerta

El tenista argentino se arriesga a una sanción de por vida por su presunto dopaje en el torneo de Roland Garros, en el que Nadal le batió en la final

La sospecha del dopaje aporrea de nuevo a Mariano Puerta y al tenis argentino, en el que llueve sobre mojado: seis casos, cinco protagonistas, desde 2000. El subcampeón de Roland Garros, el rival inesperado que ganó el primer set de la final al efervescente Rafael Nadal y le resistió durante tres horas y 24 minutos, se habría estimulado con una sustancia prohibida, la etilifrina, que suele recetarse contra la hipotensión. Como en el controvertido asunto del ciclista estadounidense Lance Armstrong, la supuesta noticia la dio L'Equipe remitiéndose al análisis y el contranálisis de orina realizado por el laboratorio de Chatenay Malabry. Puerta ya no se arriesga a una suspensión por dos años, sino a otra a perpetuidad por reincidente: en 2003 fue sancionado con nueve meses por tomar clembuterol, un esteroide anabolizante que aumenta la masa muscular.

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Su carrera está en el aire y, lógico, Puerta (Buenos Aires, 1978), décimo en la clasificación mundial, proclama su inocencia y su indignación desde Tokio, donde compite en un torneo: "No me he dopado. Eso no tiene que ver conmigo. Estoy muy enojado. El tema es muy delicado y ya he hablado con mis abogados para que lo estudien. Lo publicado por el periódico francés es lo primero que sé. Todo es muy raro. Ni la asociación (ATP) ni la federación internacional me han comunicado nada".

Dos años atrás, cuando dio positivo en Viña del Mar (Chile), Puerta adujo que había recurrido al clembuterol para "combatir el asma" que sufre "desde la niñez" y que fue víctima de un fatídico despiste: "Tendría que haber rellenado unos impresos informando a la ATP de ese dato y no lo hice. Fui negligente, lo reconozco. Pero se me trató con mucha severidad, ya que probé que no había tenido la intención de doparme". Entonces, al menos, se le descontaron 90 días del castigo. Ahora, siempre según L'Equipe, sólo habría admitido haberse medicado "contra la gripe".

Como quiera que sea, Puerta no termina de abrirse paso. El hombre que salvó la vida por segundos -el ascensor del inmueble bonaerense en el que reside se paró entre la planta 18ª y la 19ª y él forzó sus puertas y escaló arriesgadamente hasta el piso de arriba para oír, justo cuando acababa de respirar en el rellano de la escalera, cómo se precipitaba al vacío con gran estruendo- puede ver frenada en seco la subida a la red que inició en París tras pasar un purgatorio rehabilitador. Había engordado 15 kilos en su ostracismo forzoso y, relegado al 440º puesto del ránking, hubo de peregrinar por competiciones sin prestigio del circuito satélite. Pero a la capital francesa llegó ya en el 37º tras unir su triunfo en Casablanca (2005) a los antiguos de Palermo (1998) y Bogotá (2000), cuando tanto prometía. Y en ella disputó seis partidos, 23 mangas, antes de caer en el séptimo ante Nadal en cuatro. En total, 18 horas y 36 minutos de esfuerzos sobre la tierra batida. ¿Con ayudas proscritas o sin ellas?

En definitiva, el tenis argentino está de enhoramala. Los dopajes le cercan: Juan Ignacio Chela (2000), Guillermo Coria (2001), Martín Rodríguez y Puerta (2003), Guillermo Cañas y Puerta (2005). El río suena demasiado. Carlo d'Angelo, coordinador médico de los controles en el país suramericano, confiesa a L'Equipe que las medidas contra el problema quizá sean insuficientes, aunque sobre los tenistas recuerda: "Son nómadas. Viajes continuos, cambios de horarios, hoteles distintos... Eso les crea angustia. ¿Y cómo afrontar esa presión? Tal vez, con medicamentos".

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