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La policía identificó tres huellas en el lugar donde se sospecha que murió la niña Montserrat Fajardo

Los agentes afirman que no hay rastros en la habitación de uno de los imputados

Una habitación de una azotea en el número 130 de la calle Sierra de Fondón, del barrio almeriense de Piedras Redondas, el lugar donde se sospecha que fue asesinada la niña de siete años Montserrat Fajardo, no registra huellas de Antonio Fernández, El Follares, uno de los tres imputados. La policía científica identificó tres huellas: de Juana Santiago Santiago, prima hermana del padre de la niña; de su esposo Antonio, quien se suicidó horas después; y de Carmen María, hija de ambos y menor de edad. Una cuarta huella se atribuye a pisadas de mujer.

Uno de los agentes que inspeccionó la casa de Juana Santiago explicó que sospecharon de la mencionada habitación como lugar del crimen porque había "mucha limpieza" y se habían usado "ácidos muy fuertes". En la casa encontraron restos de pintura similares a los que tenía el cadáver y un balde color negro en el que creen que la niña podría haber estado en cuclillas. "No queríamos pensar que la niña estuviera viva cuando le rociaron el ácido, nos remitimos a las pruebas forenses", relató el policía.

Las pruebas halladas por la policía científica en casa de Juana Santiago son un cartón gastado, unos guantes, tierra del patio que el cadáver también tenía impregnada, sangre en los pomos de las puertas de los armarios de la cocina y restos de sangre en la bañera del cuarto de baño, en el mango de la fregona y en baldosas del salón.

La huellas halladas en la azotea quedaron indelebles al pisar sobre el ácido y quemarse. Ninguna se relaciona directamente con la del matrimonio formado por Antonio Fernández, El Follares, y Engracia Santiago, La Mariqueña.

Otro agente aseguró que la casa olía a humedad, "como de haber sido fregada bastante o haber regado". Este agente manifestó que el olor en la zona superior de la vivienda era "a podredumbre y aguafuerte". "Tanto es así", afirmó, "que muchos de nosotros tuvimos que salir fuera al llevar un rato". "Todos los vecinos mostraron su colaboración, menos en cuatro casas. En tres de ellas no había nadie y en el número 130 nos cerraron la puerta", explicó. Las pesquisas llevaron al interrogatorio de Juana Santiago y a su posterior detención cuando comprobaron que ésta tenía un corte muy reciente en la mano y unas quemaduras "muy superficiales" en la pierna y en un brazo.

El mismo agente constató que faltaba una sábana bajera en uno de los juegos de cama de Juana Santiago. El cadáver de la niña apareció envuelto en una sábana bajera de las mismas características que ese juego. "Existen muchas contradicciones en las declaraciones de Juana y todos los indicios apuntan a que tomó parte en los hechos. Dijo que su marido le impidió entrar en la vivienda en su primera declaración. Le preguntamos por las quemaduras y dijo que su marido no la dejaba salir al patio y luego manifestó que, al salir al patio, su marido le echó el ácido", indicó. El mismo agente también hizo constar las contradicciones de la otra imputada y tía de Juana, Engracia Santiago, ya que ésta aseguró que la tarde del 17 de marzo de 2002 se fue al barrio de El Puche a buscar a su hijo. "Su hijo y su marido lo desmienten. Su hijo dice que vio a sus padres a las 00.30 en declaraciones a la policía", remachó el testigo.

Otro policía ofreció detalles de su entrevista con Carmen María, hija de Juana Santiago: "La niña me dejó tremendamente impresionado. Se escondía cuando le hablabas detrás de la psicóloga. No pudimos hablar con ella. Llamaba a su padre. De repente, sin venir a cuento, decía: muchos hombres más".

El jurado pudo observar fotografías de la caja donde se halló el cadáver, un colgante de la pequeña fallecida y la casa en la que transcurrió la violenta muerte. La presidenta de la sala, Soledad Jiménez de Cisneros Cid, evitó que se proyectaran las diapositivas del cadáver "para no enervar más los ánimos".

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