Riesgos y oportunidades
Y todo ello ha venido acompañado de peticiones permanentes de que nadie se inmiscuyera en el debate catalán, porque era algo que debían debatirlo ellos solos; porque lo que es bueno para Cataluña es bueno para España. Se podría añadir: y lo que es bueno para Andalucía es bueno para España, y lo que es bueno para Euskadi..., etcétera. Pero si eso es así, los que en cada caso quedan subsumidos en España, los no catalanes, los no vascos, los no andaluces..., cuyo bienestar se asegura buscando el propio, no deben tener opinión al respecto.
Podría ser que todos estos riesgos fueran fruto de una preocupación subjetiva, sin base en la realidad, y que el futuro lleve a todo lo contrario: una España más fuerte como Estado, con una integración en un proyecto común mucho mayor que ahora de Cataluña y, posteriormente, de todas las demás autonomías. Pero sería absurdo pensar que los riesgos no existen, y que sólo existen las oportunidades. Se podría plantear lo que es la prueba del nueve. En contra de la opinión de algunos que en cualquier duda o crítica respecto al proceso catalán sólo ven cavernas mesetarias y el estruendo de tambores del más rancio nacionalismo español, el discurso de la España plural, el perfeccionamiento federal de la España autonómica, es posible y necesario. Existe una nación catalana desde el momento en que existen catalanes que así lo sienten. Como existe la nación vasca e incluso la nación española a pesar de Pujol. Pero el discurso de la España plural nunca será aceptable mientras se contraponga una España plural a una Cataluña homogénea en el sentimiento nacional y en la exclusividad de la pertenencia a la nación catalana. Ese discurso de la España plural no será legítimo mientras se contraponga a una Euskadi también homogénea y exclusiva en el sentimiento de pertenencia a la nación vasca.
El discurso de la pluralidad se puede y se debe decir tanto de España como de Cataluña y de Euskadi. España es, si se quiere, nación de naciones. Pero también Cataluña. Y también Euskadi. A partir de ahí se puede hablar de todo, porque desde ese momento España no es exterior ni a Cataluña, ni a Euskadi. Pero, no siendo exterior, determinadas reformas de los estatutos sólo son posibles negando la pluralidad de Cataluña y/o de Euskadi.
Joseba Arregi es profesor de Sociología en la Universidad del País Vasco.
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