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Crónica:FÚTBOL | Sexta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Osasuna gana a un pobre Depor y acaba con el 'espíritu Caparrós'

Osasuna logró ayer su primera victoria como visitante en lo que va de temporada. Lo hizo a costa de un descastado Deportivo, una sombra de equipo que se limitó a deambular con escaso tino y muchos miedos. Los rojillos fueron pícaros, se adelantaron en el marcador en una jugada aislada y supieron acomodar el partido a un ritmo de taca-taca, en el que los tres puntos nunca corrieron peligro.

En el inicio, el Deportivo encontró autopistas para entrar por los carriles defendidos por Izquierdo y Clavero. Valerón discurría con el balón en los pies y generaba peligro con Munitis y Diego Tristán, pero la presencia del canario fue intermitente. Tanto, que Caparrós decidió sustituirle nada más iniciarse la segunda mitad. Hasta el momento del cambio, Tristán, en racha en el comienzo de esta Liga, contó con un par de ocasiones que desperdició. Después, como sus compañeros en el ataque, el abismo de la desasistencia.

DEPORTIVO 0 - OSASUNA 1

Deportivo: Molina; Manuel Pablo (Taborda, m. 79), Andrade, Romero, Capdevila; Rubén, Duscher, Sergio (Acuña, m. 66), Munitis; Valerón (Iago, m. 54); y Diego Tristán.

Osasuna: Elía; Izquierdo, Cruchaga, Miguel Flaño, Clavero; Puñal, Muñoz; Valdo (Brit, m. 90), Fran Moreno (Sosa, m. 69), Moha; y Milosevic (Cuéllar, m. 81).

Goles: 0-1. M.19. Muñoz, desde 25 metros.

Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Izquierdo, Muñoz, Taborda y Elía.

Unos 22.000 espectadores en Riazor

El partido carburaba al vaivén de los locales, que contó con su mejor oportunidad en los primeros compases en un tiro al palo de Rubén. El equipo gallego llegaba, pero no golpeaba, así que Osasuna decidió darse una alegría a costa de las ansias nerviosas del Depor. Sin Milosevic, que se pierde lejos del área para sacrificarse en labores oscuras, Muñoz aprovechó los huecos en el centro del campo local y, solo, empalmó un tiro desde 25 metros y ajustado al palo que sorprendió a un inédito Molina. El Deportivo, hasta ese momento intratable en Riazor, se amilanó y se redujo como equipo a la mínima expresión. Nada del espíritu de Caparrós. Ni un amago de reacción, ni un intento desesperado de poner sitio a la portería de Elía, un espectador más del choque. Resignación, escasa actitud y demasiada insolencia entre los deportivistas, que naufragaron en un encuentro de quiero y no puedo.

Osasuna, tras conseguir su tanto, no se salió del guión. Se cerró un poco más atrás y comenzó la lucha contra el reloj de los de Aguirre. Sin brillantez, pero con mucho oficio, los teóricos suplentes de los rojillos desesperaron a sus rivales con el control de los tiempos del partido. Sin necesidad de asfixiar a los blanquiazules, Osasuna impuso un fútbol tedioso, blando y molesto. Además, los navarros fueron los que dispusieron de las mejores oportunidades.

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