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Reportaje:

Nefinsa juega con un as en la manga

Los Serratosa se toman tiempo para invertir las plusvalías por la venta del 21% de Gamesa

Nefinsa, la cabecera financiera del grupo industrial de la familia Serratosa, propietaria de Air Nostrum y accionista mayoritaria de Uralita, cerró el lunes la venta del 21% de su participación en Gamesa y obtuvo unas plusvalías superiores a los 600 millones de euros. Pero el patriarca llamó a la calma a los miembros del clan tras cerrar la operación. "No unamos inversiones con desinversiones", sentenció Emilio Serratosa.

El objetivo del grupo es tomar una participación mayoritaria en una empresa consolidada y con una facturación superior a 200 millones de euros

Emilio Serratosa Ridaura, hijo de los dos fundadores de Valenciana de Cementos, y sus cinco hijos fundaron Nefinsa en 1993 para gestionar las enormes plusvalías que obtuvieron por la venta de la empresa cementera al gigante mexicano Cemex en 1992. Al margen de la familia, el único vocal independiente del consejo de administración de Nefinsa, Jehns Gerhard Heiberg, fue pieza clave para sortear la presión que Mario Conde, entonces empeñado en levantar la Corporación Industrial Banesto, ejerció sobre la cementera.

"Pretendía que renunciáramos a nuestra participación mayoritaria en Valenciana de Cementos a cambio de unos papelitos que nos garantizaban una participación insignificante en la corporación de Banesto", en palabras de un miembro de la segunda generación. Un socio noruego que ocupaba una posición decisiva en Valenciana de Cementos contribuyó a cerrar la operación con Cemex y la familia Serratosa, propietaria del 100% de Nefinsa, aún está agradecida.

Años antes de fundar Nefinsa, Emilio Serratosa dio muestras de su vocación industrial al participar con un 20% del capital en la constitución de Colebega, una planta embotelladora de gran tirada. Y una vez cerrada la venta de Valenciana de Cementos, mostró su capacidad para conservar la calma. Air Nostrum, la primera compañía de aviación regional de España, que preside Pablo Serratosa Luján, se fundó a finales de 1994, perdió durante cinco años, pero ahora da dinero. Y sostenido. En octubre de 2002, Air Nostrum pactó un precio fijo para su combustible durante tres años. Entonces pagaba algo más que sus competidores.

Nefitel, una empresa comercial en torno a la telefonía móvil, se constituyó en 1995. Nefinsa también apostó por un vertedero de residuos tóxicos en sociedad con Besfesa, del grupo Abengoa. La compra del 30% de la división de energía eólica de Gamesa en 1998 fue el paso siguiente. La participación se redujo a un 21% cuando Gamesa salió a Bolsa y los Serratosa canjearon su paquete.

Pero el gran salto fue la toma de control de Uralita en 2002 en la primera OPA hostil que se cerró con éxito en España y que supuso para Nefinsa un desembolso de 170 millones de euros. Nefinsa controla el 43,4% de la empresa de materiales de construcción que preside desde entonces Javier Serratosa Luján. La compra de Uralita vino acompañada de la venta de todas las participaciones previas o el canje de la participación en el vertedero industrial a cambio del 4,3% de Besfesa. Los Serratosa aplicaron a Uralita una cura de adelgazamiento, concentraron sus intereses en cuatro negocios estratégicos y redujeron su ámbito territorial a Europa en el sentido amplio, Rusia incluida. La venta de Aragonesas, la división química de Uralita, a Ercross se cerró hace meses por 170 millones de euros y puso prácticamente a cero la deuda de Uralita.

Estrategia para el futuro

Emilio Serratosa y su hijo Pablo, representantes de Nefinsa en Gamesa, comunicaron al resto del consejo la venta de su participación al mismo tiempo que a la CNMV, el lunes a mediodía, cuando la operación ya estaba cerrada. La tacada situaba en unos 650 millones de euros la inversión de 45 millones en Gamesa Energía.

El grupo no esconde su estrategia. El objetivo es tomar una participación mayoritaria en una empresa consolidada y con una facturación superior a 200 millones de euros. La próxima apuesta de la familia Serratosa debe ofrecer liquidez a corto plazo, bien vía dividendos, bien vía desinversiones. El sector es lo de menos. Sólo se descartan negocios agrícolas o inmobiliarios. Hasta la fecha, la inversión mínima, de acuerdo con el último plan estratégico, se cifraba en 100 millones de euros. Ahora, los Serratosa tienen más de 600 millones de euros a mano. Pero la partida es larga.

Emilio Serratosa, izquierda, con miembros de su  familia.
Emilio Serratosa, izquierda, con miembros de su familia.

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