Contra estas obras
En guerra, el paisaje urbano cambia súbitamente. Lo que un día son bellos jardines y paseos apacibles, al otro, se convierte en un erial lleno de polvo y ruido que nos deja en el alma un sentimiento de angustia y desconsuelo.
Esto es exactamente lo que sentimos los madrileños que todos los días atravesamos el Manzanares por el puente de Segovia. Hemos conocido una hermosa ribera, con rosaleda y jardines de hierba para pasear, con espacios para hacer deporte y con patos y cisnes que vivían cómodamente en su casita del río.
Nuestra retina está impregnada de imágenes antiguas con los tendederos en su ribera, o con la luz embriagadora que Aureliano de Beruete empleaba en sus pinturas para retratar estos parajes. Estábamos orgullosos de cómo nuestro pobre río había ido ganando en aprecio e imagen ante las críticas que ya desde el siglo XVII, venían haciéndole los siempre irónicos madrileños.
Todo esto ha desaparecido, como en guerra. Argumentan nuestros políticos que "quedará muy bonito".
No queremos "que quede bonito", queremos nuestro río como estaba, que era fantásticamente bien. No queremos que los coches vayan devastando poco a poco con sus humos, los ya gastados ojos de nuestro magnífico puente de Segovia. No queremos atascos, queremos paz y paseos relajantes. Si están interesados en hacer cosas, pongan los medios para acabar con la miseria que hay en Madrid, comenzando por solucionar la mendicidad y que todavía mucha gente duerma en la calle, eso sí que impactaría a los madrileños.
Ya que van a seguir destrozando Madrid en pos de su enriquecimiento, por lo menos que quede patente nuestra protesta y repulsa por todo el mal que nos están haciendo.
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