¿Princesas?
De hecho, y pese a las continuas redadas en locales "de alterne", el proxenetismo organizado goza de excelente salud. Pero ahora quiere más, exige el paraguas de la ley, y que se persiga la competencia de una incontrolada (por ellos) prostitución callejera, aunque sólo represente el 3%. El lobby de los putódromos podría acabar convenciendo, con artimañas u otros poderes, a unas autoridades también molestas porque se exhiba en las cunetas el estrepitoso fracaso de las políticas de integración e igualdad. En el debate sobre la legalización y control de la prostitución acuartelada, somos muchas participando, quién nos lo iba a decir, de la tesis vaticanista: en este caso clarísimo de violencia contra las mujeres lo que hay que hacer es avergonzar y penalizar a los clientes. Lo mismo ha defendido, en un encuentro en la Universidad de Valencia, la consejera de Bienestar, aunque cuesta confiar en las múltiples promesas de acción política con vistas a erradicar el negocio de la carne.
Durante esta semana también cundió la alarma, tras publicarse aquí mismo que la Generalitat catalana prepara "una ley que sancionará la presencia de las meretrices en la vía pública". Rápidamente se organizó una campaña de llamadas y e-mails: sería una medida ilegal, contraria a la Convención de 12 de diciembre del 49 que prohíbe a los estados la creación de registros de prostitutas, y opuesta también al artículo 6 del acuerdo contra todas las discriminaciones, que insta a los Estados a acabar con la explotación de la prostitución.
Pronto ha desmentido Marta Selva, Directora del Institut Català de les Dones, que existan semejantes planes . Pero no nos dejemos engañar: que las prostitutas reivindiquen derechos es normal. Que sus explotadores pretendan parapetarse con normas y reglamentos argumentando que esa actividad responde a una "necesidad ciudadana" , mucho cinismo. Uno de cada cuatro hombres ha pagado alguna vez, pero ello no convierte en aceptable que se otorgue carta de naturaleza legal y bendición social a las lonjas (cubiertas o no) donde se consigue con dinero sexo y sumisión.
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